Es la historia de un amor como no hay otro igual...
Pocas semanas después del estreno de Juan y Eva, de Paula de Luque, llega otra recuperación de la figura de Evita; en este caso, con el énfasis puesto en la animación.
Si bien hay varios puntos en común entre ambos films (empezando por la absoluta reivindicación de la vida y obra los protagonistas), esta película de la periodista devenida realizadora María Seoane tiene algunas aristas interesantes: en principio, tiene como narrador íntimo (casi en plan detectivesco) a Rodolfo Walsh, quien por un lado va reconstruyendo aquellos días mágicos y épicos del surgimiento del peronismo y de la historia de amor entre Juan y Eva; y, por otro, aborda uno de los aspectos más siniestros que cruzó la Argentina del último medio siglo: el derrotero del cadáver de la "jefa espiritual de la Nación", víctima del odio, del miedo y de la venganza de sus enemigos.
La animación de Illusion Studios (la misma productora de Boogie, el aceitoso) está inspirada en los dibujos originales del recientemente fallecido Francisco Solano López (El eternauta) y luce bastante bien, incluso sobreponiéndose a sus limitaciones: lo artesanal aquí funciona porque no hay una búsqueda del perfeccionismo, ni siquiera un intento de trabajar en el realismo puro. La incorporación de imágenes documentales de archivo de la época (sobre todo de las masivas manifestaciones populares) también se amolda bien al relato.
El problema, como siempre, surge a la hora de analizar el por qué, el cómo y el para quién. El film no logra trascender cierto esquematismo, cierta superficialidad y cierta solemnidad reverencial. Hay un intento por mostrar la bohemia del escritor/periodista/militante Walsh, en medio de la represión de la última dictadura, y algunas pinceladas sobre el costado más humano de la relación de Perón y Evita, pero así y todo al film le cuesta salir de cierto didactismo de manual y de discurso "para la hinchada".
Más allá de estos reparos, quizás la animación (se dijo: bastante lograda) sirva para que adolescentes y jóvenes venzan cierto prejuicio hacia el cine "histórico" y puedan acercarse a aquellos tiempos y a esos personajes que, aún hoy, siguen siendo clave para entender la Argentina del pasado, del presente y, por qué no, del futuro.