Otro modo de abordar el mito
Desde un lugar de respeto pero evitando la solemnidad, la película combina lo histórico, lo ficcional y lo político en una misma unidad digna de verse. Así, abre un nuevo capítulo en la manera en que el cine argentino aborda la figura de Eva Perón.
“Mi gloria es y será siempre el escudo de Perón y la bandera de mi pueblo y aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria.” La frase, pronunciada por Evita el 17 de octubre de 1951 –el último de su vida–, es de una potencialidad dramática tan intensa que no pierde emotividad aunque se la haya escuchado miles de veces. Y a poco más de 59 años de su muerte, Evita sigue siendo el icono femenino más fuerte de la historia política argentina, el símbolo de la defensa de la dignidad de los trabajadores y la representante más fiel de los derechos políticos de las mujeres. Tan amada como odiada, la Abanderada de los Humildes fue abordada por el cine en numerosas oportunidades: desde la gran Eva Perón, de Juan Carlos Desanzo (con actuación consagratoria de Esther Goris) hasta la irrespetuosa Evita, de Alan Parker (con Madonna como protagonista), y más recientemente Juan y Eva, de la cineasta Paula de Luque, que contó la historia de amor de Perón y su mujer.
Con un listado mucho más extenso que el mencionado, volver sobre la figura de Evita presentaba al menos un inconveniente: ¿cómo narrar su vida de una manera que no sea reiterativa? La respuesta la encontró María Seoane que, como periodista, investigó su vida y obra. Pero a la hora de pensar cómo contarla a través del cine, tomó una decisión muy original y arriesgada: hacerlo mediante dibujos animados. Seoane, directora y también autora del guión de Eva de la Argentina –en este rol junto a Carlos Castro y Graciela Maglie–, construyó una sólida estructura narrativa que reivindica la figura de Evita y aborda el mito desde un lugar muy respetuoso, pero sin ser solemne. Si hay una tensión en el cine, es aquella entre ética y estética. Muchas veces, en busca de respetar a una figura histórica, se pierde de lado la forma de narrar su vida, como si el contenido fuera lo único importante y no la manera de contar a ese personaje. No es éste el caso: rigurosa en reflejar la verdad histórica, Seoane armó una arquitectura que combina lo histórico, lo ficcional y lo político en una misma unidad digna de verse.
Para darles vida a las animaciones, Seoane convocó al recordado Francisco Solano López, quien fue el encargado de los maquetados de los dibujos. Y era todo un riesgo convertir en imágenes palabras tan sustanciosas que atravesaron la vida de Evita, como amor, lealtad, solidaridad, rebeldía, odio, venganza, traición y compromiso. El resultado es un largometraje que puede disfrutar tanto el que ama a Evita como quien siente curiosidad por su figura. Aunque hay que aclarar que Eva de la Argentina no es un film informativo sino una obra cinematográfica que puede apreciarse o no, según la mirada de cada espectador.
Además de ser la primera película política de animación del cine argentino, Eva... combina los dibujos con algunas imágenes documentales. Pero tiene otro aspecto original: está narrada por un personaje de ficción que es perseguido por la dictadura de Jorge Rafael Videla. Ese personaje representa al prestigioso periodista y escritor Rodolfo Walsh. De esta manera, Seoane establece un guiño a su generación política y el film gana en intensidad, ya que por momentos adquiere ritmo de thriller.
Desde su infancia en Los Toldos, su juventud y sus sueños de actriz, su primer encuentro con Juan Perón –luego del terremoto de San Juan en 1944–, el surgimiento del peronismo –y por ende el nacimiento de sus detractores–, su obra política y su labor humanitaria, hasta llegar a su tormentosa muerte, el duelo por su pérdida, y el posterior secuestro y profanación de su cadáver, Eva de la Argentina es también, en parte, una clase de historia que abre un nuevo capítulo en la manera en que el cine argentino aborda la figura de Eva Perón.