Memorias después de la vida
En Eva no duerme, las confrontaciones ideológicas y sistemáticas vibran bajo las baldosas de Buenos Aires después del fallecimiento de Eva Perón. Con dirección de Pablo Agüero, distintas historias se entrelazan bajo el dominador común de la figura de Evita, con variadas derivaciones, pero ninguno indiferente ante la mujer más importante en la historia de la patria argentina.
En un tono duro y oscuro, el film es un reflejo de lo que acontecía en la historia nacional desde la época de los ’50 hasta fines de los ’80. Todo ocurre y gira en torno al destino que tomó el cuerpo de la primera dama Eva Perón, desde su embalsamador (Imanol Arias, con una escena muy fuerte y no apta para impresionables) hasta el regreso a Buenos Aires. Eva no duerme tiene cuatro personajes centrales; Gael Garcia Bernal, el militar que oficia de narrador, Denis Lavant en la piel del soldado que traslada el cuerpo de Eva y Daniel Fanego como Pedro Aramburu, además de Arias.
La historia trata los temores, frustraciones y sentimientos encontrados de los personajes, llegando a la anomalía de compadecerse y asombrarse por un cuerpo sin vida, que por su aura, imagen y fuerza popular, parece más presente que nunca.
Desde la mirada exclusiva del aparato militar antidemocrático, la voz de Bernal guía al espectador a través de la perspectiva de las fuerzas armadas y la relación tan íntima y complicada que tenían con esa mujer. En todo momento la película resalta la importancia que genera Eva, desde cuatro perspectivas ajenas y desiguales, pero bajo el mismo foco común: el respeto y admiración/odio hacia ella. Además, se exhibe el costo político que genera para los distintos bandos, poseer el cuerpo de la difunta, y que medidas toman desde ambos lados para quedarse con él.
A pesar de ser de una duración acotada -85 minutos- el film tiende a demorarse y no se desarrolla de manera dinámica, provocando cierto cansancio e incluso aburrimiento para el espectador. El material de archivo muestra el escenario necesario para ubicarnos en tiempo y espacio, pero se vuelve un poco tendencioso con su uso reiterativo y constante. El elenco cumple pero no deslumbra y se manifiesta acorde a las exigencias del film. El mensaje del director y guionista Pablo Agüero es claro pero confuso en sus formas de llevarlo a cabo. En un ambicioso guión por poner un poco de luz a un pasado bastante lúgubre e inexacto con respecto a lo sucedido con el cadáver, el guión acompañada sin sobresaltos pero termina de explotar en la última historia con Fanego, que se lleva lo mejor de toda la cinta.
Eva no duerme escarba en una época demasiado complicada y conflictiva de la historia de Argentina, con sus contradicciones, promesas inconclusas y despedidas tenues y oscuras, donde las heridas todavía no cicatrizan y siguen allí: vivas y abiertas.
Por Alan Schenone