Retrato de un cadáver
Eva Duarte de Perón fue una de las figuras emblemáticas de la política argentina del siglo XX, consideradas por algunos “La abanderada de los humildes” y por otros como “La esposa del tirano”. Sin dudas no pasó desapercibida, con su muerte en 1952 y con tan solo 33 años alcanzó el status de mito dentro de los sectores partidarios afines al peronismo.
Eva no duerme es un largometraje de Pablo Agüero formado por historias cronológicamente ordenadas sobre el destino que sufrió el cadáver de Evita durante más de veinte años. Los relatos cuentan cómo el cuerpo pasó por las manos de “El Embalsamador” (Imanol Arias), “El Transportador” (Dennis Lavant) y “El Dictador” (Daniel Fanego), además de una parte que no es conveniente develar pero el encargado de interpretarla es Gael García Bernal. La parte peronista de cada historia la componen la empleada de limpieza de la CGT (Ailín Salas), El Cabo Robles (Nicolás Goldschmidt) y la militante comunista (Sofia Brito) que es parte del operativo que secuestra a Aramburu.
La película tiene una atmósfera oscura, la fotografía a cargo de Iván Gierasinchuk es poco colorida y le da un aire esotérico. La estética plantea que cayó una maldición sobre aquellos que no dejaron descansar en paz a Eva, el material de archivo pocas veces se ha visto en películas y documentales y eso lo convierte en uno de los mayores atractivos de la película.
Las actuaciones son todo lo que se puede esperar del buen elenco que la compone, el punto más flojo son los secundarios en el capítulo “El Dictador” quienes no destacan y quedan demasiado opacados por Daniel Fanego y Sofia Brito. Otro de los problemas es que cuesta un rato superar el acento exagerado de Dennis Lavant (un desacierto en el capítulo más entretenido de la película). Un error en la banda sonora es que para reflejar una época se usa London Calling de The Clash, canción lanzada en 1979, no queda mal pero siembra la duda si hubo un error al elegir el tema.
El guion de Agüero tiene un punto importante que hay que mencionar, no existe bajada de línea alguna, no hay dosis de política, sólo se encarga de narrar los hechos y de cómo algunos odiaban y otros amaban a la difunta, eso es el gran acierto de la película y que a pesar de los errores mencionados se puede ver una película digna y que encuentra otra manera de describir hechos históricos en el cine argentino.