“Lista para la eternidad”, dice el personaje del médico Pedro Ara cuando termina de embalsamar a Eva Perón. Pero estaba lejos de saber lo que ocurriría con su obra maestra. Eso cuenta el director Pablo Agüero en “Eva no duerme” que relata las intrigas nacionales e internacionales y los conflictos internos que desencadenó destino del cadáver de la llamada “jefa espiritual de la Nación”, la “abanderada de los humildes”. Esas palabras, entre tantas otras que Agüero rescató en un exhaustivo trabajo de archivo, las opone al guión del relator en off, el “Almirante”, a cargo de Gael García Bernal. Esa voz se refiere a Eva como “esa yegua”, “esa hembra”, “esa santita pagana”. En ese juego de opuestos -como otros que plantea el director, como los “negros”, contra la “civilización”- hace pie Agüero al enfocar dos formas de entender el mundo, dos proyectos irreconcilables de Nación. La película resulta revulsiva e inquietante, al tiempo que proyecta hacia el futuro los conflictos de un pasado complejo y doloroso, e interpela con un debate resumido en una línea: “Esa mujer, después de muerta y enterrada, sigue dando a luz”. Con una ingeniosa puesta en escena y estructurada en torno a tres relatos cronológicos, “El embalsamador”, “El transportador” y “El dictador”, la película va mostrando los intereses de cada parte en pugna como el eco de un gran y sangriento malentendido.