Buscando piezas
Con libros como La pasión del piquetero, El alma no come vidrio y Lengua sucia, entre otros, el poeta, escritor y dramaturgo Vicente Zito Lema, ha configurado un corpus particular en el que la resistencia, frente a modelos productivos y culturales dominantes, son el denominador común.
En Eva (2017), el director Ricardo von Muhlenbrock (Vida Tsimane) no desatiende este punto, y decide desandar el largo proceso con el que Lema imaginó, soñó, puso en marcha y finalmente estreno en 2016, una obra teatral dentro de la recuperada y emblemática fábrica IMPA inspirada en un mito argentino. Allí, la cámara buscará acompañar ese recorrido, de manera contemplativa, y que, desde la convocatoria actoral, al afinado de un “apolillado” piano por parte de un especialista (uno de los últimos), se irá completando, hasta el día del estreno, de la obra en el lugar.
Zito Lema recuerda su vida mientras ensaya, arma, deconstruye, y pone en escena el proyecto, atiende a sus actrices, las cuida de los posibles accidentes en la fábrica y las impulsa a seguirlo en su propia pasión. Porque si hay algo que tiene Lema es pasión, y no sólo por su trabajo, sino por su pasado, su presente y su futuro, un tiempo de crear inagotable, y que lo posiciona como un artesano de la poesía y la voz frente al mundo.
Tomando como punto de partida la vida de uno de los mitos populares, político y social, más importante de la historia argentina: Eva Perón, Zito Lema fortalece ideas como soberanía, pueblo, lucha, poder, clase, aclarando, constantemente, su posición ante los medios productivos hegemónicos. La cámara brinda luz en el proceso creativo, se muestra estática en ensayos y envolvente cuando los cuerpos transitan la mítica IMPA, espacio clave de resistencia y recuperación del sentido de lucha.
Ricardo von Muhlenbrock hábilmente deja al escritor hablar, como así también al “afinador”, porque sabe de su potencial ante la cámara, del enigmático proceso de empatía que atravesará el espectador ante la sucesión de anécdotas que tienen para contar. Allí el documental se muestra sólido y consistente, con una decisión de progresar junto al avance de la obra, de apuntalar el proyecto, de materializar, y también preservar para el futuro, la historia de Lema y su obra.
Pero por el contrario, cuando el realizador se hace parte de la película, y se revela como el artificio dentro de la creación de la obra, Eva, cae en lugares comunes y en viejos vicios del cine documental, como por ejemplo el fundido encadenado como transición del relato o la mera enumeración de componentes de la obra. Y cuando esos vicios comienzan a repetirse, se resiente la narración a partir de la identificación de convencionalismos, dentro de un género que en el último tiempo supo innovar y borrar la delgada línea entre ficción y realidad, pero que en esta oportunidad no hay posibilidad de escapar al inevitable tedio en el que rápidamente el registro se convierte.