Everest

Crítica de Daniel Lighterman - Visión del cine

Jake Gylenhaal, Keira Knightley y Sam Wortington suben al Everest las pantallas de cine de este Jueves.
Esta semana se estrena en nuestro país la película que retrata la expedición que en el año 1996 emprendió el ascenso al Everest, la montaña más alta del mundo. basada en hechos reales, y con un cast desparejo en popularidad pero no en calidad, la película se vende como una épica de acción, pero en realidad, está más cerca del drama, o incluso del documental, de lo que uno supondría.

Jason Clarke es Rob, el guía turístico encargado de llevar y traer de vuelta con vida, a este ecléctico grupo de escaladores, que tienen como objetivo llegar a la cima de la montaña en cuestión. La descripción de los personajes es más bien escueta, y toda la introducción de la película apunta a lo mismo, contar descriptivamente todos los aspectos que hacen a la preparación para la gran hazaña.

Los aspectos visuales del film son imponentes, y no solo las vistas de las montañas y paisajes, los recorridos de la cámara sobre Nepal, los templos e incluso las derruidas villas alrededor de la ciudad, están filmadas con una prolijidad que recuerda a los recorridos de Nolan sobre Hong Kong.

Queda en claro muy rápido en Everest que el director Baltasar Kormákur, está más concentrado en mostrar los entretelones de la gigante empresa que emprenden los héroes, que en definir personajes, relaciones entre ellos o incluso jerarquías, que suelen ser las piedras sobre las que se alzan este tipo de películas, y esto es, justamente, porque Everest no es una película común, flirtea con la aventura, flirtea con el drama, flirtea con el cine catástrofe, pero al terminar la cinta, lo que queda claro es que se trata de un documental

y que meramente vimos un relato de acontecimientos que llevaron la historia desde su inicio hasta el final.

Aunque sus dos horas de duración la vuelvan una película larga, da la sensación que Everest fue pensada como una épica de por lo menos media hora más (una hora, supondría yo) ya que en algunos momentos, la trama salta tan rápidamente de un punto a otro, que algunos personajes no aparecen más de una vez, y algunas situaciones nunca se resuelven.

Everest merece una buena afluencia de espectadores en sus salas, aunque es posible que aquellos atraídos por el tráiler que la vende como cine catástrofe se sientan defraudados. Mi recomendación para todos aquellos que puedan es verla en el Imax, ya que la experiencia de imagen y sonido en esa sala vuelven a esta película un verdadero espectáculo.