Deslumbrante suspenso de alta montaña
En 1996 el Everest dejó de ser escalado solamente por alpinistas profesionales y comenzó a ser explotado por empresas que intentaban llevar a amateurs a la cumbre más alta del planeta. El resultado fue un desastre con varios muertos y heridos, y esta película cuenta la historia de esos sucesos con un énfasis especial en lo dramático del asunto y sin apelar al estilo de cine catástrofe hollywoodense que podría haberle cabido a la tragedia.
Baltasar Kormakur, el director islandés llevado a Hollywood por Mark Wahlberg para dos excelentes policiales, "Contrabando" y "Dos armas letales", hace un film con un estilo narrativo e imágenes personales, además de un minucioso realismo y exactitud para tratar los hechos verídicos en los que una serie de notorios errores humanos llevó al desastre. Técnicamente, "Everest" es un tour de force donde el espectador es transportado a los Himalayas, especialmente en la versión en formato IMAX que en algunas escenas logra las mejores imágenes 3D, con el logro adicional de que estos efectos nunca distraen del drama. La película se filmó en el Nepal, pero también en Italia y en los estudios Pinewood de Inglaterra, sin que los lógicos efectos especiales luzcan nunca artificiales.
El guión establece primero la mayor dificultad de llevar personas a la altura propia de los aviones de línea, donde la falta de oxígeno puede generar edemas cerebrales y serios problemas pulmonares. Dada las condiciones climáticas, varias expediciones tenían las mismas fechas de ascenso, y el argumento marca el difícil entendimiento entre los distintos alpinistas que genera inexplicables errores, incluyendo la ausencia de sogas en puntos esenciales y la falta de tanques de oxígeno. El suspenso está marcado por una hora en la que, habiendo llegado a la cima, deben descender forzosamente, y por la llegada de una terrible tempestad de nieve.
A los 40 minutos de proyección ya hay una terrible escena de vértigo protagonizada por Josh Brolin, uno de los mejores actores del elenco, pero en realidad el último tercio del film es una oscura pesadilla dramática sobre las angustiantes experiencias de las diferentes víctimas de la montaña. La música y la fotografía confluyen para que algunas de las mejores escenas de "Everest" resulten sobrecogedoras, con un rescate final en helicóptero que agrega la acción de la que el film prescinde, ya que por momentos casi se podría decir que Kormakur apela al estilo del antiguo "cine de montaña", género que era muy popular en Europa desde el período mudo y que no tenía que ver tanto con la acción como con el alpinismo en tanto disciplina. Por motivos obvios que tienen que ver con el paisaje, casi ni hay que aclarar que "Everest" debe apreciarse en pantalla grande.