La serie Evil Dead, creada hace tres décadas por Sam Raimi (y no poca ayuda de sus amigos los hermanos Coen así como del alocado Bruce Campbell) nació como una mezcla de horror sobrenatural absolutamente sangriento y comedia disparatada. Las versiones de Raimi llegaron más cerca de Los tres chiflados que de Lovecraft, mientras que estos “reboots” (este es el segundo film sobre el libro maldito de nueva generación) se concentran más en el horror y en que se aplique el tema como metáfora de otra cosa. Aquí el asunto es la maternidad y el libro maldito desencadena una aparición de monstruosidades que otorgan velocidad -casi hasta el vértigo- al desarrollo de la acción. En ese punto, la película se acerca a sus orígenes: de hecho, es notable que el realizador Lee Cronin comprenda qué es lo que funcionó siempre alrededor de esta franquicia y lo actualice con elementos que son propios del lenguaje de este tiempo. Aunque allí hay otro detalle que vale la pena subrayar: el hecho de que lo novedoso de Evil Dead (que le dio un giro al género que duró bastante tiempo) ya no lo es tanto. Y entramos, entonces, en esa tendencia actual de “fan service”: quedar bien con los fanáticos para poder proponer algo nuevo. El cine “de franquicias”, hoy dominante, parece requerir de ese pacto no tan de caballeros.