Diabólicamente vigente.
Comenzando la década de los años ’80s y justo en un momento donde el género del cine de terror pasaba por una época de esplendor, principalmente gracias al subgénero slasher y de películas tan notorias como Halloween y Martes 13, un joven y astuto realizador norteamericano llamado Sam Raimi, decide filmar su propia versión de una historia de horror, pero dándole una ingeniosa vuelta de tuerca. Su película de 1981 Evil Dead (estrenada tardíamente en Argentina allá por 1987 con el título de Diabólico), filmada con un acotado presupuesto y con la ayuda de familiares y amigos, mezclaba en parte iguales el terror más puro y sangriento, junto con pasajes de neto humor negro. La historia tenía como protagonista a Ash, interpretado por el actor de culto Bruce Campbell (Bubba Ho-tep), quien decide pasar unos días de descanso, junto con su novia y tres amigos más, en una apartada cabaña en el medio de bosque. Una vez en el lugar los jóvenes encuentran en el sótano un antiguo y extraño libro, el Necronomicon, que despierta a un espíritu maligno que irá poseyendo uno por uno a los incrédulos visitantes. Entre los aciertos de la cinta se encuentran el excelente uso de inesperados y bruscos movimientos de cámara, de un logrado travelling, junto a planos subjetivos (que representaban a esa fuerza oscura que vivía y latía en las profundidades de ese bosque). Pero también se podía apreciar una plasticidad y viscosidad en las escenas más brutales y explícitas que no era tan normal en las películas de género de ese momento. Aquí el terror más agresivo, gracias a simples, caseros y mejor aplicados efectos especiales, se complementaban a la perfección con el humor, llegando al punto de un cartoon (dibujo animado cómico). El cine de terror ya no sería el mismo.
Luego del inesperado éxito de Diabólico, también conocida por los cinéfilos como Posesión infernal, vendrían las secuelas Noche alucinante (1987), dónde Ash volvía a la cabaña maldita para seguir luchando contra las fuerzas del mal; El ejército de las tinieblas (1992), con Ash en papel de guerrero y viajando al pasado, ambas dirigidas nuevamente por Sam Raimi, quien subía mucho más la apuesta de terror gore, humor y toques fantásticos. Bastante tiempo después, el realizador uruguayo Federico Álvarez decide hacer una remake de la original, Posesión infernal (2013), que repetía la misma historia de forma correcta, pero con un extraño tono serio y ni un mínimo del lúdico implementado por Raimi. Finalmente, este abril de 2023 llega a las salas de cines argentinos la recuela Evil Dead: El despertar, un gran retorno al espíritu de la saga, dirigida y escrita por el realizador Lee Cronin y protagonizada por Lily Sullivan, Alyssa Sutherland, Gabrielle Echols y elenco.
En esta oportunidad la historia se desarrolla en un decadente edificio en Los Ángeles, donde habita Ellie (Sutherland), una madre soltera con tres hijos de diferentes edades, que sobrevive como puede. Un día recibe la visita de su hermana Beth (Sullivan), una joven experta en guitarras y bastante problemática que le pide asilo por un tiempo. Ambas mujeres tienen sus diferencias y bastante empoderamiento, característica que será clave para poder enfrentarse a todo el horror que vendrá. Un sismo se produce en el lugar, rompiendo parte del mismo. Allí un adolescente encontrará un Necronomicon (Libro de los muertos), liberando otra vez a temibles espíritus malignos. El resto es historia.
Evil Dead: El despertar funciona por dónde se la mire. Es efectiva, directa y brutal, tal como lo fue aquella versión de 1981, desde ya obviamente salvando las diferencias temporales y estéticas que acontecen. El papel de Ash es aquí representado en la figura de Beth, una joven mujer astuta que hará hasta lo imposible para salvar a su familia y se proveerá de diferentes elementos (vidrios, tijeras, motosierra) para la brutal defensa. El cambio de locación de la acción, del bosque profundo a un edificio de departamentos, le da a la saga un aire de renovación, pero también de claustrofobia que consigue mantener la tensión y la angustia a lo largo de los 97 minutos de metraje. El impacto está a la orden del día con los modernos efectos de CGI, que intentan parecerse a los analógicos del pasado, con un resultado muy satisfactorio. Se nota que su director Lee Cronin vio la saga y entendió perfectamente su concepto. Aterrar y espantar al espectador con escenas sangrientas y brutales, sí, pero también llevar las cosas al extremo de lo autoconsciente, llegando al punto de la parodia y la comicidad. Los fans del cine de terror, me incluyo, agradecidos.