En épocas de deconstrucción masculina y nuevos roles femeninos demoliendo las estructuras patriarcales, “EX CASADOS” dirigida por Sabrina Farji, se presenta como una receta de comedia que aporta su mirada de género y acorde a los tiempos que corren.
Tanto en “Los Felices” como en “Desmadre”, sus dos trabajos documentales con rasgos de docu-ficción, Farji logra abordar las temáticas propias del universo femenino con algunas propuestas novedosas, las mismas que paradójicamente se encuentran completamente ausentes en sus ficciones (como la reciente “Trópico”) en las que pierde rápidamente el eje, además de tener luchar con guiones endebles y superficiales.
En esta nueva película nos presenta al matrimonio de Sonia (Jorgelina Aruzzi) y Roberto (el debut cinematográfico y con un protagónico de Roberto Moldavsky) que se encuentran atravesando una fuerte crisis. Justo en su reunión de cumpleaños, en el momento de soplar las velitas y pedir los deseos, Sonia se rebela y sorprende más que con sus deseos, con sus ganas de separarse definitivamente de Roberto.
Intentando poder dar cierre a los trámites de divorcio, la pareja se reencuentra después de un tiempo y por los mecanismos propios de la comedia de enredos, volverán a convivir, a pesar de que cada uno de ellos ya tiene nuevas parejas: ella sale con su abogado y él con la figura protagónica de su nueva película que comenzó un exitoso recorrido por festivales europeos.
En el momento de su estreno, “Corazón loco” el producto de la factoría Suar dirigido por Marcos Carnevale, cosechó duras críticas por reflejar a personajes de una clase media acomodada plagada de arquetipos machistas y seguir insistiendo en la idea de un macho bígamo que se cree “piola” por mantener dos familias sostenidas por mentiras permanentes, que, como argumento de una comedia disparatada, ya atrasa como mínimo veinte años.
Lo que más sorprende de “EX CASADOS” es que dirigida por Farji era esperable un cristal diferente para tratar el tema de la pareja y los roles de cada uno en esta deconstrucción de los sexos. Sin embargo el Roberto de Moldavsky es un compendio de lugares comunes, cosificando a la mujer en cada uno de sus diálogos y la Sonia de Aruzzi (una muy buena comediante absolutamente desperdiciada) es una catarata de palabrotas, una tras otra sin solución de continuidad como si una mujer de “avanzada” se sostuviese en base a insultos y puteadas.
Las bajadas de línea sobre el machismo y el patriarcado son tan obvias y subrayadas como el tema del cigarrillo y ser fumadores pasivos o la mujer objeto en el mundo de la publicidad. Todo muy remarcado como si al espectador hubiese que advertirle que en ese momento el guion intenta decir algo importante.
Sumado a que los diálogos parecen escritos por los hermanos Sofovich en el punto máximo de su carrera y que hay unos cuantos pasos de comedia sostenidos desde lo escatológico, la mayoría de las situaciones que plantea el guion tiene resoluciones completamente inverosímiles y seguramente el hecho de haber filmado en pandemia hizo que algunas decisiones de producción lastimasen más todavía el resultado general del producto: los decorados no sólo suenan artificiales sino que es imposible que la sala de espera de un sanatorio luzca idéntica a la de un consultorio médico de un ambiente o que el médico que encarna Gabriel Corrado aparezca de la nada como si hubiesen llamado a un delivery que toca timbre a los pocos minutos.
Alguna idea del poliamor con la que se coquetea en las primeras escenas queda completamente diluida frente a la imposibilidad de sostenerla a lo largo de la historia y una resolución absolutamente convencional –previo paso por los viñedos de La Rioja que dan el toque de infaltable spot turístico de este tipo de producciones-, tira por tierra cualquier intento de actualidad y las intenciones de marcar la diferencia frente a una propuesta dirigida por una mujer.
Fallida por todas estas razones “EX CASADOS” sólo tiene algunos momentos de sonrisa a cargo de Campi (siempre correcto y con el timing para la comedia que salva más de una situación) y con algún momento de humor autoreferencial a cargo de Liz Solari. Y no mucho más que eso.