Proponer una comedia con Roberto Moldavsky, el humorista que lidera las boleterías de los teatros pospandemia, parece una jugada lógica. Aprovechar la popularidad del especialista en chistes judíos para trasladarla a la pantalla, aunque el timing de la comedia sea otra cosa.
Bajo la dirección de Sabrina Farji (Eva y Lola), Moldavsky es Roberto, un publicista misógino y bastante chapado a la antigua que lleva largo tiempo casado con Sonia (Jorgelina Aruzzi). Aunque ExCasados introduce la historia por el final de ese matrimonio, cuando ella, en plena fiesta de su cumpleaños, le anuncia que se separa. Pero cuando, un año después, intentan firmar los papeles de divorcio, el trámite se complica.
De un chiste (de mal gusto) a otro, en situaciones que se acumulan sin ton ni son, lo que amaga con comedia de rematrimonio se pierde por el camino. Lo más llamativo es que es un camino pedregoso: un abanico de estereotipos y lugares comunes con olor rancio que remite a las comedias sexistas del cine argentino de hace décadas y se niega a dialogar con esta época.
No hay ironía, sino diálogos de puteadas a los gritos en la peor tradición costumbrista local, de Esperando la Carroza a Caballos Salvajes. No hay una idea que sostenga una narrativa ni ingenio que alcance a desarrollarse. No hay acidez, sino burlas remanidas a, por ejemplo, las insoportable levedad de las jóvenes blancas de Instagram (con permiso Bo Burnham), como la que compone Liz Solari. Y así.