EL FONDO DE OLLA DE LA COMEDIA POPULAR ARGENTINA
La relación entre la comedia popular argentina y el cine es traumática, desde siempre (aunque en el período clásico hay grandes exponentes del género) pero muy especialmente a partir de los 90’s, cuando los canales de televisión se convirtieron desde la producción en la base del diseño de las películas. A excepción de un par de nombres (que incluso comenzaron en la tele), Argentina no tiene figuras convocantes en el género que provengan exclusivamente del cine y lo que vemos es un pasaje de artistas televisivos que lo intentan con mayor o menor suerte. Se podrá decir que la cantera del Saturday Night Live! es la que ha alimentado la comedia norteamericana de las últimas cuatro décadas, pero sería injusto simplificar esas comedias con el rasgo de televisivas. Allí encontramos cuestiones autorales e intérpretes que han ido sofisticando su estilo hasta convivir felizmente con la gran pantalla y la experiencia cinematográfica. La comedia argentina mainstream actual (hay ejemplos de gran comedia, pero navegan en aguas más independientes) no solo se vale de actores y actrices de la televisión, sino que además los empaca en diseños de películas que utilizan la misma ecuación de la producción televisiva, en planos y contraplanos sin mayor vuelo formal, repletas de secundarios a cargo de figuras de la tele que replican un universo ad hoc solo asimilable para quien tenga horas de vuelo en la pantalla chica vernácula. No es ni siquiera un problema de la aplicación del formato de sketch a la narración, sino más bien un universo de vuelo rasante, trazado por temáticas de duración efímera y resultados paupérrimos.
Este año fue La panelista la que tuvo la intención de rellenar esa grieta con una comedia negra y autoconsciente, poseedora de una mirada desde el cine a cargo de un elenco televisivo, pero los resultados fueron absolutamente fallidos. En ese plan, Ex casados de Sabrina Farji luce más honesta con el formato. Intenta usufructuar la presencia del último humorista surgido de la tele, Roberto Moldavsky (aunque su éxito se dio primeramente en el monólogo teatral), y lo envuelve en una película sin mayor riesgo ni atractivo visual o formal. Es, en toda regla, una típica comedia Telefé: personajes y dilemas de clase media alta porteña, llenos de clichés para que disfrute la clase media que va al cine… en todo el país. En un mercado muy chico como el del cine argentino, Telefé siempre tuvo la virtud de conocer a su público y darle efectivamente lo que quiere. Eso no quita que sea un horror, pero en todo caso es lógico que suceda. “Es horrible, pero era previsible”, como decía Andrés Calamaro en uno de sus temas.
De todos modos no deja de ser curioso que Telefé tenga aprendido el diseño de película que puede ofrecer para llegar a determinado público, pero que no sepa en todo caso qué hacer con las herramientas que cuenta. Es decir, tiene a Moldavsky como gancho de venta de entradas, su especialidad es el monólogo y las ocurrencias de buen observador de la vida cotidiana, pero no le construyen un personaje a su medida. Por el contrario, la película parece estar más al servicio de Jorgelina Aruzzi, otra comediante que mayormente ha brillado en tiras televisivas, quien termina llevando el peso de las acciones porque, además, es la que cuenta con recursos dramáticos como para hacerle frente a las emociones de su personaje. Y, sobre todo, porque en el camino de aprovechar el discurso feminista mal entendido (y construir personajes femeninos horrendos…. aunque en definitiva nadie se salva en esta película) lo que hay que hacer es deconstruir la comedia romántica para convertirla en otra cosa, algo que intente reflexionar sobre los vínculos entre hombres y mujeres. Ex casados se inscribe dentro del subgénero de comedias de rematrimonio y lo intenta entre una catarata de chistes viejos, una apuesta formal inexistente y actuaciones entre exageradas como la de Aruzzi o hieráticas como la de Moldavsky, que hace lo que puede y no es mucho. Podremos cuestionarle infinidad de cosas en su mirada sobre los géneros, pero Ex casados se deshace antes: no es cómica, no nos mueve un pelo y, por eso mismo, no nos incomoda. Ni siquiera tenemos que preguntarnos por qué nos reímos. Tal vez ese sea un logro: encontrar el fondo de olla de la comedia popular argentina.