La nueva película de Sabrina Farji (Cuando ella saltó, Eva y Lola) se sumerge directo en una discusión de pareja donde se subrayan los rasgos de los protagonistas de la misma: Sonia (Jorgelina Aruzzi, el punto fuerte del film) y Roberto (Roberto Moldavsky) conforman un matrimonio en el que ella se muestra hastiada por la misoginia y las infidelidades de su marido, quien a su vez está atravesando una crisis de mediana edad. Eventualmente, Sonia le pide el divorcio y se reencuentra con Roberto un año después para oficializar el trámite, que por diversas razones termina demorándose.
Lo que podría haber sido una efectiva comedia de rematrimonio no es más que una sucesión de secuencias sin hilo conductor, con personajes secundarios que solo aparecen para hacer intervenciones humorísticas no demasiado novedosas, como la actriz que interpreta Liz Solari, un personaje repleto de clichés. De esta forma, Ex casados va perdiendo el eje y, para cuando llega el momento de la reconquista, cuesta involucrarse con el porvenir de la pareja.
Aunque se trate de una película que pretende poner la lupa sobre los estereotipos, cuando los chistes de Moldavsky tapan un debate más profundo sobre la batalla de los sexos, el planteo maniqueo pone al film ante una encrucijada: explorar esas diferencias o rendirse ante lo superfluo. Ex casados se inclina por lo segundo y subestima así el poder de la comedia para adentrarse en terrenos más incómodos, espinosos e interesantes.