Crecer, crecer
Excursiones (2009), tercera película de Ezequiel Acuña, se corre del sello adolescente que caracterizó al director, en sus anteriores trabajos, para centrar el eje de la trama en el mundo adulto de los treintañeros. Partiendo como una continuación del corto Rocío (2000), el film retoma la amistad interrumpida de Marcos y Martín, después de 10 años de ausencias y desencuentros.
La realización, filmada en blanco y negro, se nutre de una sutileza irónica que carga al film de un humor mordaz, que logra imprimirle a la historia cierto aire de cambio y alejarla de la solemnidad. Este ejemplo puede verse cuando uno de los personajes, al hacer la crítica de un cuento, sostiene que hay demasiados diálogos que no conducen a ninguna parte. Sin duda, Acuña se toma una licencia para reírse de sí mismo y de las (no) narrativas del Nuevo Cine Argentino.
Excursiones mantiene los tópicos que caracterizaron el cine de Ezequiel Acuña: bellas y melosas canciones pop, ausencia de la figura paterna, cierta ambigüedad y asexualidad en la construcción de los personajes, carencia de roce físico y una relación homo-erótica oculta en cada uno de los personajes.
Matías Castelli y Alberto Rojas Apel le aportan a sus interpretaciones el histrionismo necesario que necesitan para no caer en estereotipos, ni maniqueísmos. El elenco se completa con Santiago Pedrero, Martín Piroyansky, Martina Juncadella e Ignacio Rogers (la nueva cara del cine argentino independiente).
Excursiones es la menos indiferente de las películas de Ezequiel Acuña y, sin duda, la más narrativa. Lejos está de la apatía del Nuevo Cine Argentino, pero muy cerca de las historias que el público tiene ganas de ver. Bienvenida sea.