Viaje íntimo a la cocina del bigote bicolor.
Filmado a lo largo de una noche de 1994, con los músicos que registraron La hija de la lágrima, el documental de Chomski da cuenta de la gestación de una canción inédita: un retrato apasionante de los modos de trabajo de Charly.
En pleno mes García se estrena este documental –curiosamente la primera película dedicada a uno de los grandes músicos del siglo XX en la Argentina– filmado a lo largo de una noche de 1994, en la que el hombre de la piel manchada grabó, acompañado por un supergrupo, “Existir sin vos”, tema inédito hasta el día de hoy. Filmada en tiempo real (aunque editada, obviamente; si no hubiera durado como diez horas) con una cámara digital de no muy alta definición, en su condición de documental la película reproduce la cualidad improvisatoria de la sesión. “Existir sin vos”, el tema, empieza como zapada y se va armando sobre la marcha, y lo mismo sucede con Existir sin vos, la película. La propia “suciedad” del digital sincroniza bien con el sonido de García Moreno en ese momento, lejano de la apolínea limpidez de sus tiempos clásicos, los de Yendo de la cama al living, Clics modernos y Piano bar. Sucio pero vivo. Como el propio García, tal como muestra el documental de Alejandro Chomski (quien, dicho sea de paso, atraviesa una fase de hiperestrenos: la semana pasada fue Maldito seas, Waterfall; esta semana, ésta, y para el 10 de noviembre anuncia otro documental llamado Alek).
El argelino Jean-Louis Comolli, que sabe del documental como pocos, sostiene que este tipo de películas son ficciones que no osan decir su nombre. En esta ficción previa a su primera internación, el personaje García luce de buen humor y tan seductor como de costumbre. Medio tilingo en la vida cotidiana (son los años Carlos Saúl, y Charly dice que “adora” el shopping Alto Palermo), un poco verdugo también con la gente de a pie (desde el taxi que lo lleva le dice a un chofer que es un boludo, porque el pobre tipo no consiguió entrada para su show), totalmente en su salsa durante el ensayo e imperdible en un entremés sobre el cual se echará ahora una capa de misterio, para revelar más tarde. El bloque más monolítico de Existir sin vos es la larga zapada en el estudio de la calle Fitz Roy (unos veinte minutos en total), en la que va saliendo el tema que da título. El tema y, aparte, la letra, que una asistente se apresura a anotar, antes de que se pierda para siempre. El grupo que acompaña a Charly es el mismo que para esa época lo hizo en La hija de la lágrima (el Zorrito Quintiero en teclados, Fernando Samalea en teclados y batería, la lamentada María Gabriela Epumer en segunda guitarra y coros), con el agregado de Alejandro Medina en bajo y coros y García en primera guitarra. Como buen líder, Charly oscila entre la soltura y el control de sus músicos, indicando entradas y silencios y manejando incluso de a ratos a la cámara de Chomski. Determinando, en otras palabras, qué clase de Charly va a construir la cámara.
Son más de las 7 de la mañana, hace un buen rato que los músicos se fueron a la casa y Charly sigue con pilas. Ya se tiró a la pileta dos veces (esa manía de tirarse a la pileta), una completamente desnudo y la otra vestido y en bicicleta. Ya preguntó qué diría Pepito Cibrián, una pregunta difícil de responder. Ya habló sobre sus depresiones y sus pedidos de ayuda (con buen criterio, las partes de Charly están subtituladas) mientras se daba un baño de inmersión y la cámara desenfocaba, vaya a saber por qué. Ahora está en el living con una bata blanca, suena “Locomotion” y Charly hace un numerito que parece como de Marilyn (Patricia Perea, la Peperina original, dijo de él que era “la Marilyn Monroe del rock versión masculina”, y por algún lado la embocó). Es como si un Groucho sin habano y una Marilyn piel y hueso se hubieran fusionado en una nueva entidad llamada CharGar (con perdón por la palabra), dueña de una gracia magnética, como de Mata Hari. Pero una Mata Hari chaplinesca, que limpia los muebles del living con un plumerito. ¡Qué genio perdió el universo de la performance! Pero no se puede ser dos genios, con uno solo hay que darse por hecho.