Las películas bíblicas, al igual que las historias relacionadas con el Holocausto, en la actualidad se volvieron una temática complicada para trabajar.
Se filmaron tantas producciones con los mismos personajes que no es sencillo hacer algo interesante, salvo que se aborden los temas desde una óptica diferente.
El caso de Moisés es bastante particular porque los filmes que se hicieron en el pasado con su historia hoy son clásicos indiscutidos del cine.
Cecil B.DeMille brindó la primera versión de Los Diez Mandamientos en 1923 y luego hizo la remake en 1956, con Charlton Heston y Yul Brynner, que es la versión más popular de todas.
Burt Lancaster, Ben Kinsgley y Mel Brooks también interpretaron a Moisés en otras películas conocidas, pero la más recordada sigue siendo la segunda producción de DeMille.
En Éxodo, Ridley Scott volvió a trabajar este clásico relato con la intención de ofrecer una interpretación más oscura de la relación que se gesta entre Moisés y Ramsés II, interpretados por Christian Bale y Joel Edgerton (El gran Gatsby) respectivamente.
La película comienza con fuerza y secuencias emocionantes de acción, donde el director presenta la génesis de lo que luego será el conflicto entre los dos protagonistas.
Moisés en este caso fue retratado como un héroe más humano e imperfecto que es uno de los pocos elementos novedosos que ofrece esta versión de la historia.
Éxodo es una propuesta que logra ser atractiva desde los aspectos visuales, pero el argumento nunca llega a ser emocionante, pese a todas las situaciones intensas que viven los personajes principales.
Un inconveniente que no es un detalle menor cuando se trata de un relato emblemático de este calibre.
La secuencias de las batallas épicas, que son el fuerte de director, no defraudan y están impecablemente realizadas, junto con las escenas de las famosas plagas bíblicas.
Scott incluyó también los ataques de unos cocodrilos que no formaban parte del Antiguo Testamento, pero brindan un buen momento.
Sin embargo, más allá de algunas situaciones de acción o escenas dramáticas que comparten los protagonistas, el film se vuelve bastante denso a medida que se desarrolla el conflicto y el trabajo de Scott no aporta ningún elemento interesante que no se haya visto en otros clásicos.
Bale y Edgerton son las figuras que llevan adelante la trama con sus interpretaciones, mientras que el resto de los actores no tuvieron demasiado espacio para lucirse. En ese sentido, resulta algo decepcionante la aparición de Sigourney Weaver, cuyo personaje quedó relegado a un cameo. Algo similar ocurrió también con la figura de Breaking Bad, Aaron Paul.
Ridley Scott evocó muy bien en Éxodo el cine hollywoodense de los años ´50, pero su visión de esta clásica historia carece de la pasión y energía que tuvieron otras propuestas épicas de su filmografía.