Que Hollywood anda escaso de ideas no es ninguna novedad. Naufragando entre secuelas, spin-off y remakes nos avasalla cada jueves llenando las pantallas de tanques, -en su inmensa mayoría-, prescindibles pero llenos de efectos cada vez más logrados y vacíos. Últimamente se le ha dado por revisitar las historias bíblicas y, después del aburrido e inverosímil Noé de Darren Aronofsky, ahora recurre a otro director de renombre para filmar la historia de Moisés: Ridley Scott, quien arrastra el prestigio de sus primeros filmes (Blade Runner, Alien, el octavo pasajero y especialmente Los duelistas) y el éxito de sus bodrios taquilleros (incluyendo la oscarizable y sobrevalorada Gladiador).
Ciento cincuenta minutos le lleva a Éxodo: Dioses y Reyes narrar una épica donde se erige un Moisés a la altura de un modelo cinematográfico (MRI) donde se crean y ensalzan los héroes individuales, aunque para ello haya que intervenir libremente en las fuentes originales, lo que no sería un problema si por lo menos se respetara la verosimilitud propia del relato que se procura construir.
Éxodo: Dioses y Reyes- vision del cine
Éxodo: Dioses y Reyes- vision del cine
Todo parece tan de piedra y acartonado como las monumentales escenografías levantadas para recrear el Antiguo Egipto. Las escenas íntimas y a escala humana adolecen de diálogos solidificados y estatuarios, el montaje y la edición se llevan puestos tramos enteros de lógica y sentido (especialmente en el desarrollo de las plagas y en el final), la decisión de representar a Dios como un niño caprichoso (lo de “vengativo” se entiende más estando dentro del Antiguo Testamento) no encuentra justificación y el reparto actoral hace agua aún antes de cerrarse el Mar Rojo (lo de John Turturro y Sigourney Weaver haciendo de faraones es el punto más alto de la ridiculez por no hablar de Christian “Moisés” Bale como líder de la revuelta violenta entrenando a los esclavos judíos hambrientos y hambreados para la batalla final).
El derroche de CGI puede llamar la atención por momentos pero es imposible no reírse, por ejemplo, con lo de los cocodrilos como resolución de la plaga que tiñe de sangre al Nilo. Y ni que hablar de lo mal filmada que está la escena de las aguas primero secándose y luego volviendo a cerrarse sobre el ejército egipcio, donde si no se supiera cuál es el resultado final poco entenderíamos sobre quiénes se abaten las olas gigantescas y mucho menos por qué sobreviven los que lo logran.
Aburrido, insípido, vacío, entretenimiento mal entendido, Éxodo: Dioses y Reyes es otra muestra más de la prepotencia del dinero (la película costó 140 millones de dólares). Y sólo nos hace volver a preguntarnos ¿qué busca Hollywood retomando y reactualizando estos mitos? Uno sabe, sin ejercicio de paranoia, que en semejante industria no se da puntada sin hilo
En conclusión
Aburrido, insípido, vacío, entretenimiento mal entendido, Éxodo: Dioses y Reyes es otra muestra más de la prepotencia del dinero (la película costó 140 millones de dólares). Y sólo nos hace volver a preguntarnos ¿qué busca Hollywood retomando y reactualizando estos mitos? Uno sabe, sin ejercicio de paranoia, que en semejante industria no se da puntada sin hilo