En el antiguo Egipto… ¡qué tiempo loco!
El relato de Ridley Scott está realizado técnicamente con corrección y los efectos visuales, sin ser descollantes o siquiera novedosos, son atractivos y cumplen su función. Lo más flojo del film, a mi entender, es el desaprovechamiento de recursos dramáticos, presentes pero no explotados, y la increíble seguidilla de errores históricos, inexactitudes sobre la cultura egipcia.
Es razonable, esperable, y hasta relativamente justificable, que un film de ficción no constituye per se un documento histórico de lo narrado, ni deba hacerse cargo de la rigurosidad minuciosa de la reconstrucción de los eventos que allí se reseñan. Sin embargo, una mínima atención, y cuidado por el período y sus características singulares, por parte de un film que parece tener alguna pretensión de viso historicista, por moderada que ésta sea. Éxodo no sólo no pretende pasar por un documento, diría incluso que el film no tiene idea del período que está queriendo representar, o no ha querido tener idea alguna sobre el mismo. Algunas situaciones y circunstancias son tan absurdas que alcanzan el límite de lo cómico hasta traspasar al universo de lo meramente inexplicable. Citamos sólo algunos ejemplos puntuales de este tipo de errores:
1. Modalidad de erección de las estautas monumentales: el film muestra estructuras de andamiaje por donde los esclavos se trepan para terminar las construcciones, como actualmente se construyen los edificios. (Error compartido por el film animado de DreamWorks Príncipe de Egipto). Sin embargo en el Egipto antiguo las construcciones monumentales se hacían recostadas en el suelo, y ya finalizadas se erigían.
2. Vestuario de los egipcios: los egipcios representados aparecen utilizando pecheras y todo tipo de ropas que les cubren pectorales tanto en hombres como en mujeres. Los egipcios antiguos no cubrían su pecho en ninguna circunstancia, bajo ninguna excepción.
3. Pelo: los egipcios eran todos pelados incluso las mujeres. En todo caso utilizaban pelucas para nada realistas, más parecidas a los accesorios de las pelucas de la aristocracia inglesa o francesa del Barroco. 4. Etnias: el film utiliza prácticamente a actores de etnias caucásicas (blancos de ojos azules) para representar a los egipcios. Los egipcios antiguos pertenecieron a una etnia hoy desaparecida, pero con seguridad no eran caucásicos, no eran de piel oscura, no eran árabes. En todo caso eran más semejantes a los semitas, sin ser ellos mismos semitas.
5. Proceso de momificación: el film muestra al hijo del faraón ya momificado como si lo hubieran cubierto con los brazos extendidos, y luego cruzado sus brazos. Los muertos egipcios de la en la antigüedad eran colocados con los brazos cruzados y recién entonces vendados, de modo tal que los brazos quedaban pegados al cuerpo y sobre el pecho.
6. Sarcófagos: el cofre mortuorio en donde colocan al niño es una caja, sin embargo todos los sarcófagos de los egipcios eran antropomorfos.
7. Escritura antigua: En la película en dos ocasiones aparece representada la escritura antigua, jeroglífica y semítica. En el primer caso se muestra a un escriba narrando la batalla contra los Hititas y leyendo al faraón, su hijo y Moisés. Cuando lee lee en sentido horizontal y de izquierda a derecha (como nuestras oraciones actuales). La escritura oriental antigua, egipcia y semítica se escribe de derecha a izquierda. Los jeroglíficos se leen en sentido vertical, como la escritura china, y las figuras que se leen de modo horizontal son prácticamente excepcionales.
Finalmente, resulta un poco torpe la representación de los funcionarios egipcios buscando explicar las plagas en términos estrictamente naturalistas, sobre todo teniendo en cuenta que a Egipto, aún en su increíble desarrollo de las Ciencias Matemáticas y Astronómicas, no le eran ajenas las explicaciones sobrenaturales referidas a las voluntades divinas fundamentalmente cuando se trata de desastres naturales de gran magnitud, y sobre todo en el marco de un film no esencialmente escéptico en cuestiones teológicas. Pienso que esa decisión se ha tomado para poder justificar narrativamente el punto de partida de un Moises escéptico, excesivamente racionalista, empirista, etc. para que su epifanía y su revelación de Dios adquiera mayor impacto, cosa que no ocurre.
Por otra parte, a mi entender el film se ensimisma de modo exagerado en una relación cerrada entre Ramsés y Moisés, justificada por supuesto, pues son los protagonistas inevitables, pero evitando cuidadosamente desarrollar o enriquecer el núcleo de la trama con personajes que podrían haber tenido un contrapeso interesante en los hechos que se desencadenan. El más notable de estos desaprovechamientos es la figura del regente, quien finalmente participa al Faraón de los orígenes semitas de Moisés. Pienso que este personaje, y eventualmente otros miembros de la clase privilegiada egipcia, podrían haber tenido una mayor participación en la elaboración de la trama que queda muy empobrecida en el reduccionismo de un duelo. Ni siquiera la pretensión de humanizar al Faraón, tematizar su rencor hacia el padre, su amor hacia su propio hijo en el que busca resarcir lo que a él no le han brindado, etc. hacen de la trama mucho más que un tosco enfrentamiento entre dos individualidades. Una paleta dramática más generosa hubiera dado al relato un carácter más interesante al conflicto, no reduciéndolo de un modo tan groseramente maniqueísta.
Es justo decir que en gran medida el film se sostiene (en lo que se puede sostener) por el carisma actoral de Christian Bale.
Dos elementos resultan sin embargo positivamente llamativos del film sobre todo teniendo en consideración el contexto histórico actual del conflicto palestino-israelí: el momento de la conversación entre el Faraón y Moisés luego de la muerte de los primogénitos, donde el Faraón, con el cuerpo de su hijo muerto, increpa a Moisés: “¿Qué clase de pueblo adora a un Dios que es capaz de matar a niños recién nacidos?” a lo que Moisés responde lacónicamente “ningún niño hebreo murió”, habilitando de ese modo la interpretación que la película hace según la cual el pueblo hebreo está conformado por personas oportunistas, que siguen a este Dios porque no ha matado a sus propios niños.
El segundo elemento es la charla casi final entre Moisés y Aaron en torno a la situación del pueblo israelí en Canaán. Allí Moisés deja entredicho que los hebreos no están meramente regresando a su tierra, si no también invadiendo una tierra de otros, pues explícitamente se menciona que los que ahora viven los considerarán a ellos invasores. Finalmente concluye con una interesante reflexión en torno a su preocupación sobre lo que sucederá cuando su pueblo llegue a la tierra prometida y deje de huir y de ser perseguido, ¿qué hará entonces ese pueblo?