Éxodo: Dioses y reyes: A Ridley Scott la épica le sienta bien
El inglés Ridley Scott es uno de los directores emblemáticos que nos ha dado la industria del cine. Este señor tiene en su haber películas como Alien, el Octavo Pasajero" o "Blade Runner" -por nombrar sólo un par-, y con eso es suficiente para rendirle pleitesía. Y seguramente es uno de los pocos realizadores que filma lo que quiere.
En esta oportunidad, Scott decidió que quería contar la historia de Moisés (vale aclarar que es un agnóstico reconocido). Alguien podría pensar que la década de oro de este tipo de films fue en la década del cincuenta, y seguramente tenga razón, pero no se olviden que en abril también se estrenó "Noé", con Russell Crowe. ¿Estamos ante una nueva oleada de films religiosos? Todavía es temprano para decirlo, lo cierto es que ahora otro personaje bíblico desembarca en la pantalla grande.
La película se centra en la figura de Moisés (Christian Bale), específicamente en su etapa adulta. Explora su relación con la familia real egipcia, el exilio que le impone el faraón Ramsés (Joel Edgerton) al conocer sus orígenes, la vida que inicia como pastor, la "revelación" que tiene y su posterior hazaña de liberar a los miles de esclavos hebreos para guiarlos a la tierra prometida a través del desierto del Sinaí.
"Éxodo" es un largometraje que tiene muchos puntos a destacar. La importancia de la historia que cuenta era digna de una superproducción, que Scott se encarga de brindarnos. Los sets impresionan, el vestuario es fabuloso, la cantidad de extras es descomunal, todas son cosas que nos dejan con la boca abierta.
Pero el problema de la película es que parece fragmentada, como dividida en dos. La "primera parte" sería la vida de Moisés viviendo con la familia real, que se entiende que el realizador haya elegido contar su historia desde ese punto, pero deja al espectador zozobrando. Lo que quiero decir es que no todo el mundo tiene que saber quién fue este personaje, por lo cual falta la explicación de cómo es que llega ahí. La "segunda parte" sería del exilio para adelante, que es donde Ridley Scott hace gala de todo su talento y nos brinda un espectáculo maravilloso.
El punto realmente interesante del filme es que para cada cosa "milagrosa", por decirlo de alguna manera (sus charlas con Dios, las plagas, las aguas del Mar Rojo que se abren, etc.), hay una explicación lógica o científica. Deja al espectador que tome su propia decisión; y cada uno pondrá su fe o su racionalidad en el tema.
No sorprende Bale por su actuación, ya que nos tiene acostumbrados a su talento, pero su Moisés es excelente. Así como también el Ramsés de Joel Edgerton, más una víctima de su entorno que un clásico villano. En cuanto a los actores secundarios: John Turturro (rey Seti), Ben Kingsley (Nun), Aaron Paul (Josué), María Valverde (Séfora), Sigourney Weaver (reina Tuya), evidentemente parte de su trabajo quedó en la isla de edición, sino no se entiende por qué tanto nombre para papeles tan pequeños y, en algunos casos, insignificantes.
Con esta obra Ridley Scott no intenta reafirmar las creencias religiosas, más bien sacudirlas, pero sin jugarse del todo y tomar un bando.
Es un filme interesante que, como dije, es increíblemente intenso y espectacular en su "segunda parte" pero que deja manco al espectador en su primera.
Gladiador", "Cruzada", "Éxodo, evidentemente a Ridley Scott la épica le sienta bien. Tiene el talento y profesionalismo necesarios para rodar este tipo de historias. Sólo hay que tenerle fe.