Una épica bíblica que funciona mejor en sus momento menos épicos.
Ridley Scott dirige Éxodo: Dioses y Reyes, una nueva adaptación de la historia de Moises, esta vez con Christian Bale en el papel principal. La película cuenta la historia del destierro que sufre al enterarse su verdadero origen hasta la liberación del pueblo judío y la búsquela de la tierra prometida.
El Príncipe de Egipto
Éxodo: Dioses y Reyes llega en uno año donde tuvimos una cantidad inusual de película bíblicas. Noe, Hijo de Dios, El Cielo Sí Existe y Tierra de María pasaron por nuestra cartelera con mayor y mejor suerte, ¿Que puede ofrecernos esta nueva película de Ridley Scott que aborda un tema ya conocido y en un año donde ya pudimos saciar nuestra sed de fe en el Señor? La respuesta es: Una buena cuota de naturalidad.
En Éxodo no van a encontrar un Moises clavando su bastón a orillas del Mar Rojo y a este abriéndose al medio para permitir el paso al pueblo judío. Aquí todo está trabajando de una forma más sutil, o más “realista” si se quiere. Especialmente las escenas que involucran a las plagas o el recién mencionado cruce del Rojo Rojo, todos estos actos de Dios se muestran como fuerzas de la naturaleza, muy diferente a como se dan en anteriores épicas bíblicas como Los Diez Mandamientos de Cecil B. DeMille o hasta la más reciente en el tiempo Noe, de Darren Aronofsky. Scott también decide tener a Dios representado por un niño de 11 años que solo el personaje de Bale puede ver. Todo esto hace que el relato esté teñido de una naturalidad extraña para este tipo de películas, cosa que al mismo tiempo abre algunas interrogantes y la interpretación de los hechos quedarán a discreción del espectador.
Si bien la espectacularidad de sus escenas épicas dejará contentos a quienes vayan de eso, Éxodo mejor funciona cuando apela a su costado más intimo. Christian Bale como Moises y Joel Edgerton como Ramsés II se sacan chispas en los papeles principales. La relación entre ambos está marcada por la preferencia del Faraón Seti (John Turturro) de Moises, su hijo adoptivo, por sobre Ramsés, su hijo natural. Esta competencia y envidia entre ambos hace que los mejores momentos del film lleguen en aquellas pequeñas escenas en la que los dos actores comparten la pantalla y crean un interesante clima de tensión.
Si bien en los papeles principales es donde vamos a encontrar lo mejor que Éxodo tiene para ofrecer en el plano actoral, resulta extraño lo desaprovechado que están casi todos los personajes secundarios del film. A excepción quizás de John Turturro y Ben Kingsley, ninguno de los otros personajes secundarios tiene mucho peso en la trama. La esposa de Moises, interpretada por Golshifteh Farahani, pareciera servir solo como excusa para explicar qué estuvo haciendo durante su exilio. Sigourney Weaver parece ser simplemente “la madre y esposa de…”, ya que no tiene ningún otro rasgo, y pudo haber gravado sus escenas en una tarde. Pero peor es el caso de Aaron Paul, quien pareciera estar solo para mirar a otros personajes (literalmente MIRA a otros personajes, solo eso hace) y repetir en forma de pregunta lo que Moises le afirma.
Para ser una épica bíblica de 150 minutos, hay que admitir que la película resulta lo suficientemente entretenida para no aburrir en ningún momento. Aunque las escenas entre el exilio obligado de Moises y su vuelta como salvador del pueblo judío se hacen sentir, sobre todo porque se dan hechos que uno creería que al menos tendrán más peso en el futuro y al final resulta que no es así.
Conclusión
El paso de Ridley Scott por el género de las épicas bíblicas lejos está de ser algo olvidable, pero tampoco tiene demasiadas virtudes para ser recordada como una película emblemática en la carrera de su director. Si bien las escenas entre Christian Bale y Joel Edgerton son su punto más alto y se agradece la vuelta de tuercas racional que se buscó, la historia ya la conocemos todos y no hay demasiado que Scott pueda hacer respecto para cambiar eso.