De Ridley Scott, famoso por épicas como Gladiador, Blade Runner o Robin Hood, llega Exodus, historia que narra el conflicto bíblico entre Moisés y Ramsés por la liberación del pueblo Hebreo del yugo de los Egipcios.
Sabemos que históricamente, la biblia es de los libros más leídos en el mundo, y como tal, las adaptaciones abundan al por mayor (tan solo este año nos llegaron 3 a las pantallas de cine). Y la historia de Moisés no es la excepción. Por nombrar a las más famosas, tenemos Los Diez Mandamientos o El Príncipe de Egipto. Al igual que Noé de Darren Aronofsky, Exodus se toma muchas libertades con respecto a lo que dice la biblia. Sin embargo, el problema no son los cambios que le hicieron en la pantalla grande (justificar el río de sangre, la revelación de Dios y muchos otros detalles que no revelaremos hasta que vean el filme), sino lo mal que es llevada la historia. Ok, entendemos que volver a contar la infancia de Moisés y Ramsés puede resultar tedioso después de lo bien que nos conocemos esa historia, pero hay que entender que en cualquier adaptación hay cosas que son tan básicas que cambiarlas no solo resulta perjudicial para los “fans” sino para la historia en si. Y es que la química de hermanos entre Moisés (Christian Bale) y Ramsés (Joel Edgerton) es tan inexistente como la simpatía de Séphora (María Valverde).
Seamos honestos. No importa que la misma historia se haya contado muchas veces (remakes), el espectador busca encontrar por lo menos el espíritu del director o la
reinterpretación de los actores, algo que haga memorable la nueva versión y que valga la pena pagar el alto costo del boleto en México. Acá lo único que hay es la esencia del director, que está tan marcada que incluso parece que en vez de egipcios, estamos viendo de nuevo al pueblo romano de Gladiador. Demasiadas inexactitudes históricas (avaladas por mi compañera experta en historia Egipcia), demasiados, fallos, demasiadas esperanzas en un filme que se queda lejos, muy lejos de algo que podemos esperar en un director al que se le dan bien las batallas épicas. Vamos, resultan más creíbles los efectos del mar rojo con Charlton Heston que estos de Christian Bale. Por donde la veamos, un filme aburrido, antipático y plano que no vale la pena gastar las más de dos horas que dura el filme en una historia que conocemos ya demasiado bien.