Llega a la pantalla otro clásico de los relatos Bíblicos.
Esta una superproducción que conto con un presupuesto de unos 140 millones de dólares y está dirigida por el talentoso Ridley Scott (“Thelma & Louise”; “El abogado del crimen”), quien en esta oportunidad se la dedicó a su hermano. Llega con una épica bíblica, con una historia que casi todos conocemos y que logra mantener al espectador atento a lo largo de dos horas y treinta minutos, por diversas razones, aunque contiene algunos desniveles. Este film está relacionado con la historia de Moisés: un personaje importante que lideró el éxodo de los judíos por Egipto.
Como se suele decir las comparaciones son odiosas, sobre todo al intentar comparar esta película con el gran clásico de Hollywood “Los diez Mandamientos” con el actor Charlton Herston como Moisés y Yul Brynner como Ramsés, que quedó grabado en la retina de muchos. Nos encontramos en el antiguo Egipto en el año 1300 antes de Cristo, el emperador Seti (John Turturro), tenía un hijo de sangre, Ramsés (el actor australiano Joel Edgerton, “El gran Gatsby”) y su hijo adoptivo Moisés (Christian Bale, más humano, pero también temible. Su aspecto demasiado prolijo), quien era su predilecto (algo similar sucedía en “Gladiador” el Rey apreciaba más a Maximus (R. Crowe) que a su hijo Commodus (J. Phoenix)). Aquí Dios se encuentra representado por un niño, con el dialoga en varios momentos Moisés.
El resto del elenco está compuesto por: Sigourney Weaver (esposa de Seti y mamá de Ramsés), Aaron Paul (su personaje de Joshua), John Turturro, Ben Kingsley (líder de los hebreos) y la española María Valverde (como Séfora), esta última no sobresale demasiado. Lo que cabe destacar es que visualmente es estupenda, impactante, contiene grandes momentos que incluyen relatos bíblicos (como cuando se representan las diez plagas que atacan a Egipto), un gran despliegue en las escenas de acción y batallas, impresionante el ataque de unos cocodrilos gigantes (aunque no estén en el Antiguo Testamento), gran trabajo para la utilización del 3D, puro entretenimiento, aunque se olvidaron algún toque que emocione.
Además se destaca la ambientación, la dirección de arte, la buena música de Alberto Iglesias (“El jardinero fiel”) y la fotografía del polaco Dariusz Wolski. Uno de los problemas que tiene es que no logra mantener el ritmo, con algunos desniveles, fallas en el guión y actuaciones poco aprovechadas.