El titulo original de éste filme es “The Vatican tapes”, traducido sería “Las cintas de video del Vaticano”, bastante más adecuado en relación a lo que luego desarrolla como relato.
La narración comienza explicando que desde que se inventó el cine en el Vaticano tienen como una de sus más importantes actividades el registro visual de casos de exorcismo en todo el mundo. (Me entere por ahí, hace unos años, que se habían descubierto películas de vieja data con alto contenido erótico, sexual, digamos porno para no seguir dando vueltas, de exorcismos).
En realidad nada ocurre en La Santa Sede, por eso el titulo utilizado para su estreno en las salas vernáculas podría llevar a engaño.
Una vez más nos encontramos con los mismos elementos ya utilizados hasta el cansancio, con alguna pequeña modificación: una joven poseída, un cura que se convence de la posesión, otro de mayor rango que viaja para realizar el exorcismo (¡volvé Padre Merrin, te extrañamos), y completan el elenco el padre de la criatura, o sea de la joven, y un novio que no es tolerado por el padre.
Con algunas pequeñas modificaciones en cuanto a los personajes centrales, intenta despegarse de la madre de todas estas producciones, “El exorcista” (1973) de William Friedkin, la niña tiene más de veinte años, sexualmente activa, no una púber entrando en la adolescencia, el cura no es un ex boxeador devenido psiquiatra luego de terminar el seminario, ahora es un ex soldado que lo ha visto todo, (lo dice él, lo juro), el padre es coronel del ejército yankee, no una famosa actriz, y el novio… el novio sobra.
Pero digamos que en los primeros quince minutos de relato el intento de construir un verosímil se logra, luego, como siempre sucede, parecen quedarse sin ideas y comienzan los “homenajes”, copias para ser más certeros.
Señalemos que quiero creerles, que me subyugaron con el contingente expresado, que en el siglo XXI todavía existen “retrógrados” reprimidos que se molestan porque sus hijos convivan en pecado, luego esto también es tirado a la basura cuando el coronel le cuenta al joven cura de su propia historia.
Podría aceptar que luego de lastimarse el dedo con un cuchillo y es llevada en un ¿bus? para ser atendida en un ¿hospital?, ella se retira del nosocomio con una infección inexplicable, situación que le provoca comportamiento errático. Lo que no les creo es que en el taxi de regreso a casa, (las prioridades están un poco distorsionadas o ¿es sólo mi parecer?), la niña viaje en el asiento del acompañante mientras el padre y su novio en el asiento trasero. Ya se, ya se, es una licencia poética para que puedan acaecer los hechos que desplegaran lo central de la historia.
Somos testigos, todos, del accidente que provoca ella, salvo el chofer del taxi que sufrirá amnesia, los otros tomaran “votos” de silencio, y ella caerá en un coma profundo durante meses.
Otra manera de leer el filme seria ponernos paranoicos y pensar que está financiado por los fondos buitres para desacreditar a la Argentina, y uno de nuestros máximos representantes, no estoy hablando de Messi, ni de Maradona, sino de Francisco I, (alias “Pancho”), lo digo pues varias veces se repite en la cinta que el “cuervo” es el aliado de Satanás, y todos conocemos la filiación futbolera de Mario Jorge Bergoglio.
Pero me suena demasiado delirante, como dice el personaje de la psiquiatra, porque también hay una en esta producción mucho más bella que el padre Karras, por cierto.
Para ser sinceros habría que aclarar que el relato tiene una estructura narrativa de progresión clásica, buen diseño de arte, sobre todo desde lo que incumbe a la fotografía, buen montaje, respecto de la banda de sonido deja bastante que desear, y hasta se diría algunas buenas actuaciones, Michael Peña, como el Padre Lozano cumple, lo mismo Olivia Taylor Dudley, como la niña poseída, Ángela (cualquier alegoría con el “Ángel Caído” queda a simple interpretación del espectador), el actor sueco Peter Anverso como el Cardenal Bruun, que no desentona pero pierde en la comparación.
Pero como esto recién principia, el final queda abierto para la segunda parte, siempre y cuanto esta recaude al menos lo previsto.
PD: Una idea redituable que se reestrenase cada cierto periodo de tiempo la original.