Que una película de horror como Exeter llegue a las salas locales no es novedad alguna. Disponible en mercado hogareño hace muchos meses en otros territorios del mundo y con un prontuario bastante preocupante de cambio de nombres -primero se filmó bajo el nombre Backmask y luego The Asylum en algunos lugares, hasta el ridículo nombre Projecto 666-, tiene como nombre de estreno en nuestro país #Exorcismo, como si ese numeral le agregara un costado generacional y popular en las redes sociales que necesitase con urgencia. Por un lado el marketing no está equivocado, por el otro no hay sorpresa alguna en una película que debería haber seguido su camino al DVD y al sillón de la casa.
Lo único que ayuda un poco al último film de Marcus Nispel, director de las remakes Conan the Barbarian, Friday the 13th y The Texas Chainsaw Massacre -lejos, su mejor película- es esa puesta en escena casera y casi videoclipera que acompaña a toda la pobre narrativa presente. Un grupo de amigos no tiene mejor idea que hacer una fiesta estilo Projecto X en un manicomio abandonado en plena reparación, y en el camino despertarán una fuerza maligna que irá acechando a cada uno de ellos. Nada del otro mundo, nada que no se haya visto antes y en mejores condiciones, pero el costado despreocupado, sucio y mancillado que aporta tanto el manicomio como sus decadentes visitantes se deja ver, al menos.
Este grupo de amigos, drogados y borrachos a más no poder, eligen hacer una sesión de espiritismo bastante improvisada, para luego decidir realizar un exorcismo cuyas reglas encuentran en un video en Internet. Todas las decisiones que tomen, de ahí en más, son pobrísimas, y el resultado no se hace esperar mucho. No tenemos que empatizar mucho con estos prospectos de adultos como espectadores, sino reirnos de ellos y su falta de carácter. Las muertes irán sucediéndose en escala, algunas decepcionantes y otras fabulosas, pero en definitiva, nada nuevo bajo el sol. La trama es muy trillada para sostenerse en el aspecto visual, que Nispel ha ido mejorando según los años pero que acá está en modo automático. Cualquier espectador con un poco de sentido común adivinará cada vuelta de tuerca del guión de Kirsten Elms, quien ya guionó la muy decepcionante Texas Chainsaw 3D hace unos años, y no se sorprenderá mucho con el resultado final.
Exeter tiene alguna que otra muerte convincente y de buenos efectos prácticos, un escenario tétrico y venido a menos que ayuda a la trama, pero una historia demasiado cliché que desperdicia a un genial actor secundario como Stephen Lang y lo mortifica durante hora y media, tanto como al arriesgado espectador que elija sentarse en una butaca a perder el tiempo en su simplona y ya muy vista narrativa de exorcismos. Están avisados.