Promocionada oportunamente como la última película en la que participó Raffaela Carrá, esta ópera prima del uruguayo Nacho Alvarez financiada con capitales europeos tiene en realidad un argumento que tiende puentes con algunas de las canciones de la cantante italiana fallecida a principios de este mes.
La protagonista es María (la española de origen sueco Ingrid García-Jonsson), una joven azafata que sueña con ser bailarina en la Madrid de los años 70, todavía marcada a fuego por la rigidez del franquismo, como resaltan varias escenas condimentadas con un humor reiterativo y de trazo grueso. Pronto se convierte en figura de un canal de televisión donde también empezará una relación amorosa -nada menos que con el hijo del censor de la TVE de la época- que abrirá la puerta del melodrama.
Las inspiraciones más obvias son Los paraguas de Cherburgo (1964), una obra extraordinaria del francés Jacques Demy, y el cine más ligero y colorido de Pedro Almodóvar, aunque aquí faltan la profundidad, la picardía y sobre todo el veneno que suele estar oculto bajo la superficie brillante de los films del gran realizador manchego. Aun así, algunas escenas -como la del inicio, una coreografía muy bien filmada y montada en el interior de un avión- tienen gracia, timing y un contagioso espíritu festivo que siempre son insumos esenciales de la comedia musical.