Fantasmas molestos
Hace poco se estrenó en Buenos Aires ¨12 años de esclavitud (12 Years a Slave, 2013), película que pone en escena nuevamente las torturas sufridas por los esclavos de color en el Siglo XIX. Extrañas apariciones 2 (The Haunting in Connecticut 2: Ghosts of Georgia, 2012) hace lo propio desde el género de terror. El resultado es un film que abusa tanto de los recursos del montaje para impresionar al espectador que termina molestando visualmente.
Todo comienza -como siempre- con la llegada de una familia a una nueva casa en el campo. Por herencia familiar, madre e hija (y también tía) son médium, es decir, escuchan voces del más allá. La madre toma pastillas por ese tema mientras que la niña tiene amigos imaginarios. Lo que no se imaginan (los personajes, el espectador si) es que la casa está embrujada, porque hace muchos años unos esclavos negros fueron escondidos en la zona por el “Jefe de Estación”, según cuenta la leyenda.
Si bien el argumento de Extrañas apariciones 2 no es novedoso –ni pretende serlo-, su mayor problema radica en la construcción del suspenso: no existe. No hay una preparación del clima ni tiempo para generar la tensión necesaria para que la irrupción del fantasma produzca el sobresalto buscado. Las situaciones suceden demasiado rápido perdiendo toda sorpresa: fantasmas se ven de lejos, luego de cerca, luego son más feos, hasta parecen zombis. Hay un dato no menor que resulta al menos llamativo. Cualquier aclaración narrativa en la película es dirigida a la niña protagonista. Como si el film quisiera que nos identifiquemos con la pequeña, o al menos compartamos su mirada inocente ante los hechos. De esta manera se explicita la intención del film de subestimar al espectador.
Pero es el abuso del efectismo (la aparición fantasmagórica acompañada de un sonido abrupto lo es, pero el montaje también) lo que termina por irritar y condenar al film a la categoría de menor en su género. Las imágenes de las apariciones se ralentizan, se aceleran, vibran, y tornan al blanco y negro o color sepia constantemente. Como si la presencia del espectro no fuera suficiente para asustar al espectador. Se entiende que siendo el maquillaje de los “monstruos” tan precario (gente pálida, cadáveres que denotan tipos disfrazados) se recurra al montaje para evitar tales defectos. Pero el resultado termina siendo peor: fantasmas que no asustan ni tampoco producen ningún sobresalto…sólo molestan.