Casa nueva, fantasmas viejos. Con la excusa de relatar un hecho real por enésima vez, Extrañas apariciones 2 (segunda parte de la que se estrenó en Argentina en 2009 como Invocando espíritus) nos sumerge en la historia de una familia que se muda a su nuevo hogar y que sufre la visita de espíritus malintencionados.
En una tentativa de causar terror, el director primerizo Tom Elkins narra como una niña empieza a contactarse con extraños seres, que nadie más puede ver, en la nueva vivienda familiar de los campos de Georgia. Fantasmas obviamente, y como hemos visto en miles de oportunidades relacionados con algún hecho tortuoso de un pasado irresuelto. Este sería el hilo conductor con su antecesora, sumando que ambas están supuestamente “basadas en hechos reales”, si es que fuese necesario unir ambas películas más allá del nombre de la franquicia: The Haunting in Connecticut, en su país de origen; y que aquí no sigue un nombre en particular.
Este intento, no podemos llamarlo de otra forma, sólo puede causar terror en menores de 13 años, ya que espectadores mayores familiarizados con los elementos del género podrán adivinar, antes que ocurran, los recursos que utilizará burdamente el director. Floja por donde se la mire, obvia y hasta poco coherente. Porque, por si fuera poco, hasta intenta (infructuosamente) darse el lujo de tener tintes de drama emocional, cosa que también ya hemos visto, en películas con resultados mucho más logrados, como El Orfanato de J.A. Bayona.
El error más grosero que comete Extrañas apariciones 2, no es contar una historia que es bastante común en películas de esta clase (lugar nuevo, hecho traumático del pasado, persona con cierta sensibilidad que agiliza la actividad fantasmal) sino más bien la torpe utilización que realiza de los recursos narrativos típicos del género. No se ve en ninguna escena una sóla buena idea que logre sorprender o sacarnos del eje de lo esperado en esta variedad de narraciones.
Teniendo tan frescas en la memoria películas como El Conjuro (que prácticamente tiene el mismo argumento y también está basada en un hecho real) o Cacería Macabra, que intentan darle virtuosismo y hasta una vuelta de tuerca al género, es una lástima toparse con este relato que cree tan ingenuo a su posible consumidor y que además tan escaso respeto le tiene que le hace un póster con una imagen que nada tiene que ver con la película.