La maldición de Connecticut que es de Georgia pero no le importa a nadie
Hay películas que se las pueden definir con apenas un par de frases y no merecen mucho más análisis, porque no tienen nada significativo para brindar en una posible lectura crítica, ni siquiera desde sus defectos. Extrañas apariciones 2 es un claro ejemplo de lo anteriormente dicho, porque sin ser espantosamente mala, exhibe todo un catálogo de falencias ya vistas en muchos films de terror de segunda línea, en especial en ese subgénero que podríamos llamar “secuelas de medianos éxitos que se siguen produciendo porque son baratos y tienen un público garantizado que no exige más que algunos sustos de medio pelo” (lo sé, he sido demasiado descriptivo con el título): abuso de los trucos de edición para generar sobresaltos en el público, personajes poco desarrollados que jamás generan empatía, una seriedad en su tono que la termina volviendo muy aburrida, explicaciones en diálogos que redundan en lo que ya se está viendo y hasta mayor preocupación por exhibir atractivos cuerpos femeninos y masculinos que por el nivel de las actuaciones, que quedan en la mayor parte del metraje totalmente fuera de registro.
Extrañas apariciones 2 ya está condenada desde el vamos con su título original, The haunting in Connecticut: ghosts in Georgia, que delata que es una secuela de una película de medio pelo con Virginia Madsen, Martin Donovan y Elias Koteas, basada en un hecho real, vinculado a apariciones fantasmales que aterrorizan a una familia recién mudada a una aislada casa, ocurrido en Connecticut. En esta nueva entrega se repite la premisa, pero en Georgia, y el film tiene tan poco para ofrecer, que hasta le cuesta despegarse de su predecesora y ni le da para llamarse The haunting in Georgia, que sería mucho más lógico. Y tan tibia es, que ni siquiera indigna, aún a pesar de evidenciar todo su oportunismo, su absoluta dependencia de esquemas narrativos y estéticos ya agotados.
De ahí que lo único que se me ocurre aportar pasa por enfatizar que los tres actores principales tenían algo más que ofrecer y están absolutamente desperdiciados, por lo que vale la pena rescatar sus labores en otros papeles, en especial televisivos. En primera instancia, Abigail Spencer ha trabajado en unas cuantas series, entre la que podemos destacar Rectity, estrenada el año pasado en Sundance Channel con muy buenas críticas. Luego tenemos a Chad Michael Murray, que comenzó a hacerse notar a partir de apariciones en Gilmore girls y Dawson´s creek, para finalmente hacerse famoso en One Tree Hill, un drama adolescente mucho más interesante de lo que aparentaba. Y finalmente está Katee Sackhoff, que ha sabido sostener papeles de mujeres fuertes en la serie policial Longmire y el año pasado en Riddick. Todos ellos están tratados en Extrañas apariciones 2 como meras figuritas televisivas sin talento alguno, cuando en verdad lo tenían. Y les va tan mal como a la película.