Enredados
La comedia de teléfonos blancos de la edad de oro del cine argentino, el mix entre humor desprejuiciado, enredos y suspenso de buena parte de la filmografía de Pedro Almodóvar y una impronta woodyallenesca con perdedores tan neuróticos como queribles. Por allí hay que buscar las referencias de Extraños en la noche, película que marca el regreso a la pantalla grande de Diego Torres, la irrupción en el mainstream de una gran actirz como Julieta Zylberberg (La niña santa, La mirada invisible) y el debut en el cine industrial de una rara avis surgida de la FUC como Alejandro Montiel, que había trabajado hasta ahora en producciones ultraindependientes como Las hermanas L., 8 semanas y Chapadmalal.
La película describe las desventuras de una pareja joven de músicos bastante frustrados (Martín es un compositor de obras clásicas, típico bicho de conservatorio que se niega a venderse al sistema para concebir melodías y letras pop; ella es cantante de indie-rock). Ambos se ganan la vida tocando en patéticas fiestas y eventos, pero la cosa no resulta bien. Para colmo, ella descubre que está embarazada y no se anima a decírselo. La propuesta se completa con una subtrama policial (ligada con la corrupción política y los escándalos sexuales) en el piso de arriba del departamento de los protagonistas.
A Montiel y sus coguionistas no les preocupa incursionar en los estereotipos y los clichés. El problema principal -y no menor- que tiene la película es que por momentos resulta demasiado forzada, le cuesta articular las distintas vertientes, no fluye como debería tratándose de una propuesta que hace de la superficialidad y la ligereza todo un culto.
A Zylberberg se la nota mucho más cómoda que a Torres en este tipo de registros y el equipo técnico -un verdadero dream-team- aporte la estructura, la ambientación necesaria para los climas que Montiel quiere crear. El relato -quedó dicho- no es todo lo eficaz que podría haber sido, pero se trata de un saludable intento por incursionar en terrenos (la comedia física, por ejemplo) que el cine nacional no suele transitar con frecuencia.