Una muestra de lo que pudo llegar a ser
El director abre dos líneas en el territorio del cine de géneros: la comedia romántica y el policial clásico. Pero el guión adolece de ese concepto de enmascaramiento, de sutileza que hubiese ayudado a un final más ordenado.
En la misma semana dos jóvenes realizadores que alguna vez transitaron por los espacios del cine independiente, hoy, con diferencia de una semana, presentaron sus últimos films. Ambos ya conectados al llamado del cine industrial. Y es que tanto Daniel Burman, otrora autor de "El abrazo partido", entre otras y Alejandro Montiel con "Las hermanas L", han marcado un viraje en su manera de posicionarse frente a la manera de hacer cine, de proyectarse en esta actividad, de ubicarse en los circuitos del propio mercado.
Podemos ver, entonces, que ya un film como "La suerte en tus manos" del propio Daniel Burman no sólo es una comedia (lo que podría haber sido todo un hallazgo), sino que la misma descansa en aquellos resortes que hoy convocan desde lo extra cinematográfico, como se pueden pensar ciertos espacios turísticos, la ambientación en una muy exitosa plaza de juegos de azar de nuestra ciudad, que fue igualada a un sector de Las Vegas cuando su inauguración y el retorno al escenario de un muy aplaudido grupo musical para los que hoy orillan los cuarenta. Igualmente, el film de Alejandro Montiel, quien declara de manera sincera su pasaje al cine de géneros, maneja numerosas concesiones...(lamentamos, sí) como incluir un videoclip para dar lucimiento a un tema interpretado por el propio Diego Torres, principal actor del film (otra concesión), quien en esta historia compone a un músico más ligado a la llamada música clásica, académica, que a la que le propone su compañera, más afín a la de los gustos de los jóvenes de hoy.
En "Extraños en la noche", título que nos remite a aquel tema musical que silbaron y cantaron tantos intérpretes, desde que Frank Sinatra la presentó en el 66, Alejandro Montiel abre dos líneas en el territorio del cine de géneros: la comedia romántica y el policial clásico. Y en ambos casos lo hace dejando en claro que hay una mirada hacia ciertos momentos de la tradición de ambos (lo cual es todo un mérito); pero el film, en su visión integral, es un muestrario más de lo que pudo llegar a ser; están allí las piezas y los elementos aislados; pero no la estrategia de una combinatoria, la interacción de los mismos.
En la vida de Martín y Sol, esta pareja en la que la música obra como puente a pesar de las formaciones y preferencias diferentes, hay salidas nocturnas que están ligadas a contratos ocasionales, como el actuar para eventos, situación primera, que le permitirá ya, al espectador ingresar a un primer momento del conflicto a partir de la figura de un objeto, un par de zapatos, lo que conducirá, al vecino de piso de arriba, a una carta escrita en cursiva que el espectador leerá de manera fugaz, a ciertos retratos?íconos; y ya fuera del edificio en el que habitan, al ambiente en el cual ellos ahora actúan, lo que le permitirá a su director volver sobre otro guiño cinematográfico: "Los Fabulosos Baker Boys".
El guión del cine clásico, es cierto que comunmente se asienta sobre elementos reconocibles y recurrentes en su escritura más tradicional. Pero ya desde los umbrales, "Extraños en la noche", en lo que hace a la vida de pareja (el intento de comprobación del posible embarazo desde el minuto uno, hasta lo que ocurre en el piso de arriba, en relación con la verdadera identidad de su habitante); el enigma del relato se va diluyendo ya en el primer tramo del film. Y a pesar de que está declaradamente manifiesto que hay un cierto parentesco entre la trama de lo que aquí ocurre con el film de Woody Allen "Misterioso Asesinato en Manhattan", en lo que se refiere a cómo esos dos vecinos desde una sospecha comienzan a investigar, el film de Alejandro Montiel, igualmente coguionista junto a otros dos, adolece de ese concepto de suspense, de enmascaramiento, de sutileza; que hubiese evitado, como tiene que darse en el más tradicional de los mas canónicos de los policiales clásicos toda la ordenada explicación de todos los hechos al final de la historia. Una apresurada, tranquilizadora y racional exposición de cómo fueron los hechos que sí pueden volver a ser escuchados con sumo placer, con deleite, en boca de Hércules Poirot o Miss Marple; o del mismo Sherlock Holmes. Pero no en este film. Ya todo estaba dicho. Incluso, ya, desde el afiche.
Si bien "Extraños en la noche", desde la perspectiva del policial no logra mirarse en el espejo de la tradición del género, a pesar de que el director nos regale una escena de un film del mismo ya sobre el final; no obstante, hay un trabajo de puesta en escena, en lo que hace a la iluminación y a la delimitación de los espacios ambientales que merece destacarse. En relación con la banda sonora, además de esa búsqueda deliberada por subrayar los efectos de género, sí tener en cuenta los registros diferentes para el tema principal, como si operaran conforme la progresión de emoción, situaciones, estados de ánimos de sus personajes.
Pero son sólo estos aciertos parciales para un guión que no tuvo en cuenta a un espectador más receptivo. Y que sí estuvo más atento a ese epílogo que más allá del desenlace policial nos vuelve a conectar con un estereotipado happy end, que se suma a otros tantos lugares comunes del film; para que volvamos a escuchar aquella canción que antes Diego Torres, había ya anunciado en un desarticulado y edulcorado videoclip.