Ernesto (Oscar Ferrigno) tiene 48 años y vive (y regentea) un hotel en el balneario de Valeria de Mar en compañía de su madre (Norma Aleandro, su madre también en la vida real) y de su conflictuada hermana. Todo parece rutinario y previsible hasta que aparece en el lugar Julia (Valeria Lorca), la hija adolescente de Ernesto, que llega desde Buenos Aires tras la muerte de su madre e intenta como puede recuperar el amor de su padre tras ocho años de ausencia. El reencuentro no será nada fácil, en medio de traumas, miedos, miserias y mezquindades varias.
Ese es el punto de partida de este tragicómico ensayo familiar que intenta (y casi nunca logra) ser emotivo, mientras apela a los sentimientos más básicos para conseguir la identificación, la empatía del espectador. Con demasiados lugares comunes, una puesta en escena muy mediocre (casi televisiva), personajes secundarios estereotipados (el amigo del protagonista, las huéspedes voluptuosas y desinhibidas del hotel) y mútliples conflictos (como el de la hermana) trabajados con demasiada superficialidad, este film escrito y dirigido por Edgardo González Amer parece atrasar unos cuantos años.