El eterno retorno del reciclaje vacío
Luc Besson como cineasta siempre fue un buen publicista con fantasías juveniles. De hecho, Familia peligrosa deviene como una mezcla (un poco rancia, si se quiere) de esos comerciales malos sobre gángsters que se ven en televisión y las ruidosas comedias de adolescentes de señales estadounidenses. Hay dos padres que remiten al primer eje (Robert De Niro y Michelle Pfeiffer, encantadora como siempre) y dos hijos que refieren al segundo. La historia es banal y trillada: una familia mafiosa debe resguardarse en un pueblo de Normandía por haber delatado al resto del clan y es custodiada por el FBI.
Repleta de lugares comunes y de estereotipos trillados que aluden a series y films del género en una actitud más predadora que inteligente, incluye también situaciones dialógicas que demuestran las ganas que tiene Besson de ser estadounidense en vez de francés. En su esquema obvio, los yanquis son seres despreciables que consumen manteca de maní y comen mucho, mientras que los franceses son intolerantes y xenófobos. Si bien lo anterior parece encuadrar dentro del género de comedia negra, ni siquiera el humor funciona. Es una lástima porque elenco había de sobra.
Hay una escena paródica en la que De Niro asiste a una función de cine debate. Está con Tommy Lee Jones, quien no le pierde pisada como agente del FBI. Supuestamente tienen que discutir una película de Vincent Minelli pero no llega la copia y proyectan Buenos muchachos, de Scorsese. Es interesante el rostro de De Niro cuando comienza el film y uno espera que ese momento dure para siempre. Queremos escuchar el debate, ver qué ocurre pero la torpeza de Besson nos devuelve a su universo a través de elipsis innecesarias y entonces aparecen otra vez sus gángsters publicitarios posando para secuencias que más le deben al videoclip que al cine.
La demanda de entretenimiento veraniego podría justificar la visión de la película. También, la sola presencia de la Pfeiffer. Es el único personaje que, por su fuerza femenina, hace honor a algún signo recurrente en la filmografía del director de Nikita, pero hay que ver si su encanto compensa lo cara que está la entrada al cine.