Campusano sigue intacto
El estreno de Fango vuelve a traer esas imágenes habituales del cine de José Campusano. Un cine surgido del sur del conurbano bonaerense, de los barrios marginados, de los sectores empobrecidos, con los cuales el director construye una historia de violencia y venganzas entre bandas del mismo barrio, articuladas sobre el génesis, apogeo y caída de una de las tantas bandas de rock que surgen y concluyen en esos barrios.
Fango es el nombre de la banda de tango trash y es el terreno donde se desarrolla la vida. A pesar de ser un relato coral, el realizador no pierde a ninguno de sus personajes por el camino, ni deja de sostener alguna de las líneas de la narración. Es así que la película, más allá de algunas arbitrariedades que sostienen la progresión dramática, se mantiene atractiva a partir de los diversos relatos.
Si tenemos que rescatar dos aspectos que vuelven a este film interesante, tenemos que mencionar por un lado la forma en que se presenta la realidad de las bandas del rock barrial, y por el otro el extraño mundo regulado por mujeres, que lo diferencia de las anteriores películas de Campusano. Fango es una nueva aproximación a un director realmente atractivo por los universos que refleja y la estética que trabaja.