Tango feroz
A este penúltimo largometraje del director de Vil romance y Vikingo (luego rodó Fantasmas de la ruta) podrá cuestionársele miles de cosas (cierta desprolijidad, algunos problemas de fluidez, actuaciones desparejas), pero aún con sus carencias resulta un trabajo siempre fascinante y valioso.
Como siempre, Campusano filma en locaciones reales del sur más profundo y menos favorecido del conurbano con gente de la zona, verdaderos "pesados" y artistas marginales (en este caso, músicos que mixturan el tango con el heavy metal). El resultado de este largo proceso creativo sin guión fijo, intentando captar en conjunto con sus intérpretes las facetas más verídicas y extremas de estas personas devenidas personajes, está lleno de hallazgos, de pequeños grandes momentos.
La relación de amistad entre el Indio y el Brujo (impulsores del tangro trash), los affaires extramatrimoniales, unas lesbianas de armas tomar, los robos y secuestros, los duelos a cuchillo y los sangrientos ajustes de cuentas con los códigos del submundo dan vida a un melodrama tanguero tosco, es cierto, pero lleno de vida, de nobleza y de potencia cinematográfica. El cine de Campusano sigue gozando de buena salud.