Tango-rock, con sangre, música y cuchillos
La honestidad estética y temática de Campusano nuevamente se corrobora en cada uno de los fotogramas de Fango, anteúltimo opus del director de Vil romance, Legión y Vikingo.
La honestidad estética y temática de Campusano nuevamente se corrobora en cada uno de los fotogramas de Fango, anteúltimo opus del director de Vil romance, Legión y Vikingo.
Cine de márgenes, de espacios en tensión y personajes sobrevivientes de un contexto, la historia de Fango parte de un pretexto argumental para luego extenderse hacia otras zonas y criaturas del Conurbano. El Indio y el Brujo (Miño, Génova), metaleros de raza, desean conformar una banda que fusione el rock duro con el tango, una especie de tango-crash sin red. Para lograrlo, recorren las calles de tierra y visitan los hogares ajenos a cualquier indicador económico con el propósito de conformar la banda y convencer, entre otros, a un veterano experto con el bandoneón. Pero como ocurre en los films de Campusano, el disparador argumental deja lugar al retrato de personajes duros, pesados, de armas tomar, junto con historias donde se concilia el amor en estado salvaje con la defensa a ultranza del macho o la hembra.
De allí que en la trama cobre importancia Nadia (Batista), una mujer que implanta su propia justicia defendiendo a pura sangre con fierro en mano a la cría que necesita su ayuda o a cualquiera que requiera de sus servicios. Pero hay más en el recorrido barrial y sincero de Fango: chulos, cafishios, lesbianas, esposas infieles, músicos rockeros, nostalgia tanguera, junto al ámbito geográfico que el director conoce al detalle, donde la violencia puede estar a la vuelta de esquina, en una casa de la supervivencia o en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo crudo y genuino.
Las dos líneas narrativas de Fango –la conformación de la banda y las apariciones de Nadia y su gente– no tardan en reunirse en un mismo punto, momento en que Campusano convierte a la violencia visceral del contexto en una gran tragedia o, en todo caso, en una tragedia tanguera, donde los guapos y guapas transmiten autenticidad, valiéndose del cuchillo en mano en un duelo cerca del final que resultará difícil de olvidar. Como si Borges conviviera con Enrique Medina, y Pappo se reuniera con Homero Manzi, la tango-tragedia que cuenta Fango es una película perfecta que, ya de por sí, se postula como uno de los mejores estrenos del presente año.