En “Fantasma de la noche” hay dosis de los géneros fantástico, suspenso, comedia y policial, todas bien administradas por el director Guillermo Grillo. El realizador narra la historia de un fantasma convocado por tres adolescentes después del juego de la copa.
El espíritu pertenece a un malevo que murió a principios del siglo XX y vuelve para saldar una deuda. Después del susto inicial, el más escéptico de los chicos se hace cargo de la situación y aprovecha para disipar sus dudas sobre qué ocurre después de la muerte, un tema que lo inquieta a raíz de que su madre falleciera cuando él era todavía un niño.
El director desarrolla esas dos líneas narrativas con sutileza y con un adecuado diseño de producción que requiere tres escenarios: la Buenos Aires actual, los arrabales porteños de la década del 20 y una suerte de limbo donde el malevo y el adolescente negocian los términos del acuerdo que le permitirá al muerto usar el cuerpo del chico para cumplir su objetivo y, como contraparte, al muchacho averiguar algo de su pasado.
Lo que comienza con el horror ante lo inexplicable se transforma en una amistad improbable en el marco de un filme con referencias a la iconografía tanguera, con actuaciones correctas y una trama que toma hechos conocidos y los conjunga de forma original.