A esta altura del partido no caben dudas de que el cine argentino se ha vuelto más que solvente en lo creativo, produciendo directores y libretistas de gran calidad. De treinta años a esta parte ha ganado profesionalismo y, en el caso de los guiones, ha perdido el almidonamiento que lo caracterizaba hasta la decada del setenta - los diálogos y las actuaciones son fluidas y naturales -. En ese sentido, una de las posibles definiciones sobre Fase 7 sería la de comedia costumbrista argentina con tonos apocalípticos. O una película de epidemias (al estilo de Quarantine o REC) con toques de picardía criolla.
Acá no hay zombies, aclaremos eso de entrada. Lo que sí hay es un virus que es potencialmente mortal, y que parece haber sido desatado por algún grupo terrorista desquiciado. Hasta ahí llegan las similitudes con Quarantine. Lo que sigue es la situación de aislamiento (cuarentena) a la que se ven obligado un grupo de porteños típicos, la cual se estira demasiado y por la cual todos terminan por caer en una especie de "fiebre de cabina" o locura de encierro. Los viveres se agotan y la gente se pone paranoica, comenzan a atacarse mutuamente para depredar sus suministros, lo que termina por desencadenar una guerra entre vecinos. Por un lado está el viejo Zanutto (Federico Luppi), el que se ha cansado de que lo quieran atacar porque está anciano y que ahora, dotado de una escopeta, ha salido a liquidar a todo el mundo como si fuera la versión geronte de Terminator. Por el otro lado está Horacio, un paranoico en extremo que tiene un arsenal de armas y comida en su departamento, y que oficia de tutor del inoperante protagonista. Oh sí, me olvidaba de Coco (Daniel Hendler), nuestro héroe: un porteño típico - egoista, indiferente a lo que ocurre afuera (mientras no le ocurra nada a él), superficial y bastante vago - que es verdugueado todo el tiempo por la histérica de su mujer. Pero luego que la situación se dispara y se pone sangrienta, termina aprendiendo varias cosas al lado de Horacio, lo que termina por cambiarlo. No es que se haya ganado el respeto de su mujer, pero al menos es un tipo mas práctico y despierto.
Es obvio que Fase 7 funciona como una alegoría del pánico local surgido por la epidemia de la gripe H1N1 ocurrida a mediados del 2009. Hay varios detalles graciosos en tal sentido, como la lavada de manos del gobierno - que no explica nada, no da provisiones, y decide aislar a todo el mundo para que se arreglen solos -, líneas de ayuda 0800 que jamás funcionan, médicos que están mas enfermos que los posibles infectados, y un montón de toques de humor criollo, como que los especialistas se sacan las máscaras anti gas para tomar mate. A esto se suma las peleas entre los vecinos, las cuales incluyen un extenso y variopinto catálogo de puteadas a la argentina, casi siempre a cargo del personaje de Yayo. Los diálogos son naturales, cómicos, y demostrativos de la idiosincracia porteña - el "no te metás" o "el dejálo así" -.
Por supuesto el matrimonio protagonista es detestable - se llevan a las patadas todo el tiempo - y el libreto mete el embarazo del personaje de Jazmin Stuart como excusa para justificar de que la mujer sea aborrecible. También es cierto que Daniel Hendler es un cómodo de primer orden; y estos personajes merecerían la hoguera si no fuera que entra Yayo a jugar en el primer tiempo y logra ganarse con facilidad la simpatía del público. Además de ser una película apocaliptica a la criolla, Fase 7 es una historia de maduración: Coco terminará por transformarse en un hombre auténtico al final del viaje.
El libreto es muy cómico y no solo por los costumbrismos sino porque después se transforma en una comedia violenta tipo Tarantino, con gente que se balea en los corredores y tipos siniestros con costado simpático. Al guión no le interesa explorar mucho el tema del virus sino el de la locura del aislamiento y el crecimiento como persona (entre comillas) del protagonista. Y durante el 90% del tiempo Fase 7 funciona de manera impecable. El gran problema son los cinco minutos finales, que están mal escritos. La resolución de la historia deja mucho que desear - digo yo: el mismo resultado se podría haber conseguido sin embarrar el prestigio de uno de los personajes principales ni metiendo caracteres salidos de la nada a último momento -. El otro punto que podría reprochársele al filme es que el libreto debía ser mas preciso sobre el propósito de toda la historia. Si la conclusión es que Coco se ha transformado en un hombre auténtico luego del baño de sangre, era necesario ser más explícito con ese punto, mostrando el respeto ganado frente a su mujer y hasta incluyendo un pequeño discurso final. Sino, todo esto queda en la gracia de la anécdota, cuyo único propósito es engolosinarse con los detalles de un apocalipsis a la criolla.
Fase 7 es una película excelente a la cual le faltaron pulir un par de detalles importantes. Las perfomances son muy buenas, y la historia tiene suspenso y detalles muy cómicos. Es un gran comienzo para Nicolás Goldbart - un veterano editor de filmes que aquí hace su debut como guionista y director -, y esperemos pronto tener más noticias sobre él ya que tiene un talento realmente prometedor.