La peste llegó al consorcio
En su promisorio debut como director, Nicolás Goldbart combina suspenso con humor negro. Daniel Hendler y Jazmín Stuart, los protagonistas.
El cine de horror y suspenso tomado con humor no tiene una gran tradición en la Argentina. Y Fase 7 , la opera prima del reconocido montajista Nicolás Goldbart, se dedica a explorar un territorio que aquí es casi virgen, pero que en el resto del mundo tiene cientos de ejemplos, y de adeptos. Y si hay algo de Fase 7 que recuerda a películas españolas como REC o algunas de Alex de la Iglesia ( La comunidad , especialmente), es porque en ese país hay un mercado para este tipo de cine. De hecho, el debut mundial del filme fue en el Festival de cine fantástico de Sitges, casi la matriz de esta clase de películas, especialmente las habladas en castellano.
En Fase 7 se cuenta lo que sucede después que por una epidemia virósica los pocos vecinos de un edificio quedan encerrados en cuarentena. Coco y Pipi (Daniel Hendler y Jazmín Stuart) conforman una pareja con un bebé en camino, y han quedado dentro del edificio. Lo mismo que Horacio (Yayo), un bastante paranoico y solitario vecino, que empieza a tejer complicadas tramas para sobrevivir.
Y también está Zanutto (Federico Luppi), otro personaje bastante extraño, que vive supuestamente con su mujer que jamás sale de su casa, y con el que deberán lidiar los otros vecinos cuando la situación llegue a límites complicados y difusos. ¿Por qué? Porque hay alguien matando a vecinos y, así es que Fase 7 se convierte en un “sálvese quien pueda” empujado por la desesperación, pero más que nada por la desconfianza.
Goldbart propone un juego de un humor bastante negro, combinado con escenas de suspenso y tensión que nada tienen que envidiarle a ciertas películas de género norteamericanas. El filme falla, por momentos, al no explotar del todo las posibilidades de un guión no muy sólido. De cualquier manera divierte, entretiene y tiene en Yayo a toda una revelación como intérprete, en un rol que no es particularmente humorístico pero que se vuelve cómico por su presencia.
Fase 7 es un debut promisorio de un realizador que, a la manera de Damian Szifron, es un producto de escuelas de cine que ha decidido correr por la senda de las películas de género, algo no del todo usual en ese tipo cineastas. Más allá de sus fallas, Fase 7 se hace notar en un universo y en un género que, como el edificio y las personas que retrata, parece aquí no tener reglas.