El fin del mundo dejó de ser exclusividad de los Estados Unidos.
Coco (Daniel Hendler) y Pipi (Jazmín Stuart) son una pareja de clase media joven y sin nada que llame la atención. Él es un inmaduro (como casi todos los treintañeros hoy en dia, bah) y ella está embarazada de siete meses. Pero la espera no se hace dulce, ya que en medio de la tranquilidad y la rutina de la pequeña familia, un virus se desata a nivel mundial, crando caos, saqueos y muerte
por doquier.
Ese caos llega a Buenos Aires, y el edificio en el
que ellos viven es sometido a una cuarentena:
nadie puede entrar, nadie puede salir. Esto los
deja encerrados con sus vecinos: Horacio (Yayo),
Zanutto (Federico Luppi), Guglierini (Carlos
Bermejo), Lange (Abian Vainstein) y una familia
china de la que muy poco se sabe.
El tiempo pasa, el encierro comienza a molestar y
las reservas de alimentos se van acabando. Esto,
sumado a la paranoia de quién puede estar
enfermo (una tos puede ser mortal a la vista de
los demás) da lugar a que todos entren a un
carnaval de locura y violencia en la que sólo Coco
y Horacio lograrán aliarse. Uno con desinterés y
miedo, el otro armado hasta los dientes y
completamente preparado para este virus que, al
parecer, había previsto hace mucho, mucho
tiempo.
Fase 7 es la primera película de Nicolás Goldbart
como director, lo cual habla muy bien de él, ya
que logró realizar un muy buen trabajo. La
tensión y el humor están manejados con mucha
cintura, y además logró sacar lo mejor de todos
los personajes; en especial de Coco, Horacio y
Zanutto, que logran despertar las carcajadas más
feroces del público. Porque, si… pese a que el
argumento se ubica en el mismísimo fin de los
días, Fase 7 es una comedia negra plagada de
humor sucio y descarado. Y, admitámoslo,
también de humor simple, como puede ser una
bonita puteada salida de la boca de un experto en
el tema como lo es Yayo.
La película solamente tiene un defecto, y es que
los treinta minutos finales se alargan demasiado.
La historia sufre un bajón, el humor casi
desaparece y se intenta generar tensión. Y la
tensión está, es cierto, pero la frescura del
principio, ya no. Pero honestamente, eso es sólo
una manchita negra en un saco negro. Fase 7 es
una de las películas más imperdibles del cine
argentino de los últimos tiempos, y posiblemente
genere un culto a su alrededor que será
recordado por mucho tiempo. Capaz que hasta el
fin del mundo.