En uno de los primeros testimonios que la madre de Fausto brinda a la cámara revela que en algún momento, allá en el tiempo, cuando ella buscaba diagnósticos y ayuda sobre la condición de él un medico, al confirmarle que tenía autismo le dijo “no va a haber diferencia entre Fausto y una mesa, serán lo mismo”.
Así, de manera contundente, cruda, real, dolorosa, comienza un filme que intenta, a través de imágenes simples, de un joven interactuando con pares, amigos, familiares, especialistas, concientizar acerca de cómo el otro, aún en los casos más extremos, puede integrarse, tener una vida tradicional, y, como en el caso del protagonista, poder seguir progresando.
“Fausto también” (Argentina, 2015) inicia cuando el protagonista, Fausto, arranca sus estudios universitarios, con todas las esperanzas, anhelos, expectativas, depositadas en aquello que le permitió conectarse con el mundo, su computadora.
El recorrido que Juan Manuel Repetto realiza a través de fragmentos de la vida del joven, de la resemantización de imágenes de archivo, del testimonio de especialistas que han trabajado y que, en el presente del filme, se reúnen para definir su trabajo en conjunto con el joven para que el pueda continuar en la universidad y hacer su examen de ingreso.
En el compartir sus experiencias sobre y con Fausto el filme comienza a urdir un entramado que contiene la historia que relata, pero que además suma testimonios esenciales sobre cómo este joven que en sus orígenes pudo haber sido destinado a otro final, haya podido avanzar hasta un presente lleno de posibilidades e interacción.
Cuando Fausto aparece en la pantalla, la misma se llena de luz, cada intervención, sea interactuando con su madre, con su acompañante terapéutico, su palabra inunda el espacio de una manera que ni siquiera se debe completar la participación con algún artificio de posproducción.
El derrotero de la familia de Fausto, encarnada en la madre, pero también en aquellos especialistas que lo han acompañado desde pequeño, es el vector de un filme que bucea en los misterios de patologías, que a pesar de encontrar explicaciones de manual para las mismas, siguen sorprendiendo ante la inexplicable.
La película posee una estructura narrativa clásica, en donde el flashback es apoyado a partir del relato de anécdotas de vida de Fausto y aquellos que lo han acompañado en el proceso durante toda su vida.
En la obsesión de Fausto por comprar su nueva computadora, con la que, según sus propias palabras el podrá hacer TODO aquello que imagina, en su esfuerzo por comprender aquello que cada persona se acerca y le explica, en el acompañar al joven a su examen de ingreso a la universidad, y en reflejar con simpleza una problemática que necesita de una mirada particular, es en donde “Fausto También” potencia su propuesta, ágil, dinámica y didáctica, sobre un joven que quiere solamente cumplir sus sueños.
Hacia el final, como broche de oro, acompañamos a Fausto a su examen de ingreso, y toda la construcción narrativa se suspende, para abrir las expectativas ante el resultado del mismo y saber si este joven lleno de vida puede cumplir o no sus anhelos.