Genio y figura
Es difícil hablar de una película como Favio: Crónica de un director (2015) porque en la nostalgia, en la anécdota precisa y el recuerdo más emotivo, se va configurando un complejo entramado de sensaciones que terminan por acercarnos, de una manera cercana, a la obra de un director tan esencial como Leonardo Favio.
La película realiza un sentido homenaje desde la propia fascinación personal de Alejandro Venturini, realizador que durante varios años estuvo preparando esta película, aunque también es un documento que acercará a las nuevas generaciones a la obra de un genio.
Acompañado por muchas personalidades cercanas a Favio (familiares, colegas, actores, etc.), Venturini desanda la carrera del director, un relato cronológico de su obra a cierta distancia de su muerte. También el film permite que la impronta y mística sea un hecho concreto y evidente. Otras anécdotas como la de Edgardo Nieva, cuando Favio casi lo deja fuera del proyecto de Gatica, el mono (1993), construyen al autor desde otro lugar, sin juzgar ni apuntar con el dedo.
La obra de Leonardo Favio nos define cinematográficamente, y en el raccontto algo nos permite comprender su leyenda: su acercamiento al peronismo, su lucha y obsesión, su sentida historia personal, su infancia, su adolescencia, sus carencias. Venturini es con su cámara y habilidad para entrevistar, el nexo entre la oralidad y la realidad. Acompaña el relato con algunas imágenes tan icónicas de su carrera, y una banda sonora efectiva pero principalmente con la solidez narrativa que posibilita un disfrute total a pesar de la extensa duración del documental. Se entiende también que al ser un referente, y poseer una carrera tan vasta y potente, esas dos horas que asistimos a la crónica, hasta podrían ser pocas al abarcar lo inasible de un director necesario para constituir nuestra imagen e idiosincrasia.
En el folclore de la anécdota, en el detalle de los espacios habitados por Favio, en la propia narración de él de algunas situaciones (Venturini pudo entrevistar a Favio tiempo antes de su muerte con su consentimiento, pero sólo fue autorizado a registrar audio), en los comentarios que no siempre son a favor sobre su rigurosidad laboral, la configuración del fantasma, la solidificación del mito, la construcción del monumento.
Como frutilla del postre hay un cierre contundente, en el que la música envuelve y abraza la pantalla mientras se suceden imágenes de sus films, algo que no se podría haber logrado sin la mística y nostalgia que poco a poco Venturini impregna a lo largo Favio: Crónica de un director, un película sentida y honesta que recupera a Leonardo Favio y su trabajo para la posteridad.