Animales humanizados
De Disneynature.
Lo mejor de esta película es lo más previsible. Su impresionante trabajo de campo, sus imágenes bellísimas, su minucioso montaje. En síntesis, la prolija, impecable calidad de los productos Disney, en este caso Disneynature: nada menos que lo que ya mostró la factoría; nada más, tampoco. ¿Y qué es lo peor del filme? Hablemos, en busca de mayor precisión, de lo más discutible: la humanización que hace de los animales.
La naturaleza es indiferente a la moral humana. Sin embargo, en este tipo de “dramas” -trabajados con elementos documentales- suele haber personajes maniqueos, propicios para la empatía infantil. El procedimiento posterior es clásico: generar identificación con los “buenos” (en este caso una familia de leones y otra de guepardos) y sufrir, junto a ellos, por las acechanzas de los villanos, mientras una voz en off dirige o refuerza las sensaciones. No estamos, en definitiva, frente a un documental, sino ante una ficción. ¿Que es innecesario aclararlo? Tal vez no sea tan obvio para los chicos.
Hay que admitir, en favor de los directores, que en los créditos finales se bromea con los destinos que tuvieron los protagonistas (cada animal, desde luego, tiene su nombre propio) y con la colaboración que prestaron en la producción. Este chiste, esta forma de mencionarlos como actores y técnicos, expone -y de algún modo exculpa- el artilugio utilizado en la película.
El miedo, la tensión, el dolor, la alegría de estas historias provienen, obviamente, de la lucha por la supervivencia. Al ser humanizadas parecen muy cruentas (aunque no se muestre lo más sangriento de las cacerías); en realidad, son mucho más naturales, menos salvajes, que el injusto darwinismo nuestro, el de los seres humanos.