Cuando el amor está a la vuelta de la esquina
Un film sobre segundas oportunidades hecho con honestidad brutal.
Las cosas no andan del todo bien para Félix y Meira. El (Martin Dubreuil) vagabundea sin saber muy bien qué hacer mientras aprovecha las bondades del caserón heredado de su padre recientemente fallecido, mientras que ella (Hadas Yaron, de La esposa prometida) es víctima no sólo de los mandatos de su marido, un judío ultra ortodoxo al que no ama, sino también de todos y cada uno de los ritos, tradiciones y costumbres impuestos por esa religión. Ambos se cruzarán repetidas veces en el barrio y empezarán a llamarse la atención, desatando una serie de sentimientos recíprocos.
El franco-canadiense Maxime Giroux (Demain, Jo pour Jonathan) dedica buena parte de la primera mitad de su opus tres a la presentación de la dupla protagónica, construyendo una especie de comedia romántica de ritmo acompasado, hecha a pura sordina. Silenciosa y sutil, Félix y Meira (película) es, en ese sentido, muy parecida a la relación de Félix y Meira.
Ya sobre la segunda mitad, el film pegará una vuelta de campaña desplazando la faceta religiosa y multicultural del centro temático y cambiando su punto de vista (el marido de Meira adquiere un protagonismo impensado) hasta convertirse en un relato sobre segundas oportunidades mucho más oscuro y cáustico, pero que jamás juzga el accionar de los personajes.
La aparición de ciertos elementos forzados y el aumento del peso metafórico de la puesta en escena a medida que se aproxima el desenlace nublan el resultado de una película que, sin embargo, apuesta a la honestidad. Con sus personajes y, sobre todo, con los espectadores.