La teoría de los mundos paralelos ha tenido impacto en ámbitos tan disímiles como la física, la lógica y la ficción. En su nombre, se han creado algunas obras magníficas y se han cometido muchas más atrocidades. En algún punto intermedio de ese espectro cualitativo está Feliz día de tu muerte 2.
El inesperado éxito de la primera y la tendencia de la industria a repetir fórmulas eficaces hacían suponer una secuela. Y aquí está, con el mismo elenco, el mismo director, el mismo escenario y casi con el mismo argumento, esta combinación de terror de baja intensidad y comedia romántica que sigue siendo simpática, porque en su estructura tiene algo de canción pop, con un estribillo que viene una y otra vez y se queda pegado en esa zona del cerebro que no tiene que ocuparse de pensar.
La no tan buena noticia es que resulta imprescindible haber visto la primera para disfrutar de la segunda. Por más que hay una secuencia de resumen, no basta para discernir todos los cables que conectan las historias. En una época en que imperan las series, no es un requisito demasiado exigente. Pero un director menos perezoso les hubiera evitado a sus espectadores esos deberes adicionales
Si bien el ciclo kármico, similar al de El día de la marmota, que regía la estructura de la primera se repite en esta, ahora todo está sostenido sobre la idea de mundos paralelos. Ya no se trata de escapar de un círculo sino de una dimensión distinta y ese tinte científico justifica que el escenario sea una universidad y que la mayoría de los personajes sean nerds. El grado de suspenso no varía, sí el sentimentalismo, tal vez un poco más empalagoso de lo necesario.