El antislasher
Tal como pasaba en la primera, el slasher no es en Feliz Día de tu Muerte 2 (Happy Death Day 2U, 2019) un género que rige sino un condimento más, un elemento que parece metido más por algoritmos que por convicción. Porque estamos ante una comedia tibia, lejos del desborde de lo que puede aportar -en líneas generales- la comedia de horror, y lejos también de los tópicos y la manera de expresarlos de la nueva comedia americana. El grupo protagónico es un “Breakfast Club aggiornado” a puro nerdismo y clichés (el chinito, el hindú, la minita “rara”), que mediante un convertidor de protones genera el loop temporal en el que quedan atrapados Ryan (Phi Vu) y, de nuevo, Tree (Jessica Rothe), la también protagonista de la primera parte. Con los primeros minutos nos damos cuenta que Christopher Landon podría haber hecho una buena película de terror, pero no le interesa. Porque ese primer acto es el único donde estamos ante un slasher de cuchillo en mano y máscara genial (el artesano es el mismo de la cara fantasma de Scream); el resto es una comedia sensiblera con chistecitos subnormales y algo de acción desarrollada en los pasillos de ese hospital que nos recuerda al que acechaba Michael Myers en Halloween 2 (1981).
Si ya en la primera había una pobre relectura de Groundhog Day (1993), vaciada de sus aspectos discursivos y apoyada en elementos del Whodunit, acá hay además todo un rollo con los multiversos que remite a la saga de Volver al Futuro, y cierta dinámica ligada al espíritu de comedia adolescente de unos 80 que empiezan a oxidarse (de la mencionada Breakfast Club a Weird Science, por nombrar sólo dos). La gran referencia de esta secuela a Groundhog Day es la secuencia de montaje con Tree suicidándose de muchas maneras diferentes tal como lo hacía el personaje de Bill Murray. El problema es que acá el suicidio es otra forma de desprecio al slasher, e incluso al Whodunit de la primera: la protagonista prefiere suicidarse a ser asesinada y ya no nos regalan ni la galería de muertes de la primera parte ni el misterio de descubrir quién está detrás de la máscara, porque acá el poco suspenso está puesto en si Tree podrá salir del loop temporal o no. Aunque en esta segunda parte estamos en un universo paralelo al de la primera, en la habitación donde Tree se despierta cada vez que muere también está el poster de They Live (1988) pegado en una pared, referencia vacía que llama la atención porque no hay una sola escena en la que asome el cine músculo de John Carpenter o el cariño por el horror.