Una original propuesta de horror adolescente que fusiona sangre, humor y viajes en el tiempo
Tree Gelbman (Jessica Rothe) es una estudiante universitaria, egoísta, frívola y antipática que debe revivir el día de su asesinato una y otra vez. Esta falla infinita en el tiempo solo terminará cuando la joven descubra la identidad de su asesino.
En épocas de cintas sangrientas, poco originales y sin gracia, este filme se presenta como una gran opción para pasar un rato entretenido. Reuniendo la idea de Hechizo de Tiempo (aquella película en la que Bill Murray revivía el mismo día una y otra vez) con los slasher al estilo Scream o Se lo que hicieron el verano pasado, el director Christopher Landon y el estudio especialista BlumHouse logran atrapar al espectador con una idea tan sencilla como contundente.
Más allá de la premisa inteligente, el elenco resulta más creíble de lo que comúnmente podemos encontrar en los filmes de horror adolescente. En una trama tan disparatada la pericia de los actores resulta fundamental para lograr la empatía del espectador. Algo que aquí ocurre desde el principio del filme. Jessica Rothe logra en los 90 minutos de metraje conquistarnos y ponernos de su lado en un viaje que, más allá de ser la búsqueda de su asesino, funciona como un vehículo de redención personal.
El asesino con careta de bebé es otro gran acierto, la imagen naif de esa máscara en un ámbito siniestro de persecución y muerte funciona a la perfección (estamos ante el nacimiento de otro ícono del género)
La cinta nunca reniega de su espíritu clase B y apela a los trucos clásicos del género (sustos bien utilizados para el avance de la trama) así encontramos persecuciones del asesino en cuestión con cuchillo en mano, varios posibles sospechosos y un final con vuelta de tuerca para beneplácito de los amantes de las sorpresas.
Una gran opción para compartir con amigos, esas películas que se disfrutan con un gran balde de pochoclo en el regazo y que seguramente los fans buscarán revivir una y otra vez, como un bucle en el tiempo.