Tantas veces me mataron
Una propuesta que mezcla en un combo terror y comedia con la estructura de la repetición del último día de vida de la protagonista es el escenario propicio para dejarse llevar por este relato ameno, pero un tanto insípido por su falta de riesgo.
La premisa es sencilla: el típico estereotipo de chica fácil de campus universitario yankiee, quien debe encontrar y desenmascarar a su asesino nocturno. Obviamente, aparece ante sus ojos con una máscara siniestra (símil rostro de bebe) y al morir, un nuevo despertar en el mismo día que coincide con el cumpleaños.
Desde Hechizo de tiempo, aquella comedia romántica de culto protagonizada por el irrompible Bill Murray, que con los años se valoriza por su perfección narrativa, a esta película con destino pochoclero hay un abismo, aunque eso no significa en este caso particular que tenga fallas desde lo conceptual.
Faltan ideas para explotar las coordenadas temporo espaciales; faltan sorpresas al hacerse todo predecible y prolijo siempre que uno tolere los gritos de histeria de la hermosa Jessica Rothe, quien se come al personaje y es responsable en su gran mayoría de la tolerancia de la propuesta en su conjunto.
No convence, sin embargo, un desenlace “carpe diem” pop teniendo en cuenta el origen del género donde se refleja la estructura y el estilo a seguir. Tampoco puede leerse este desacierto como una mueca irónica, sino todo lo contrario.