El terror viene de Canadá. Con una simple idea “Fenómenos Paranormales” (Canadá, 2011) logró en su momento (y con un presupuesto muy pequeño) llamar la atención del público fanático del género (tuvo lanzamientos On Demand y salas limitadas en USA, aquí fue directamente a doméstico).
Obviamente la fórmula era repetida y trillada y hasta parecía salida de un cóctel entre “The Blair Witch Project”, “Saw” y “Paranormal Activity”. La vuelta de tuerca la encontraron sus realizadores (The Vicious Brothers), en mostrar la historia de una reality serie (Grave Encounters, la que da título a los dos filmes) maldita en la pantalla grande.
En “Fenómenos Paranormales 2” (Canadá, 2012) los hermanos (que en realidad, son amigos, ya saben) dejan su lugar en la dirección a John Poliquin, quien tomará una vez más los sucesos de la primera pero desde la curiosidad de Alex Wright, estudiante de cine que comienza a investigar qué pasó realmente con los protagonistas del programa a partir de la recepción de mensajes amenazantes y videos en su canal de youtube por alguien que se esconde detrás del pseudónimo DeathAwaits666.
Junto con un grupo de amigos Alex decide acercarse al hospital psiquiátrico en donde se filmaba Grave Encounters para encontrarse con el stalker y ver qué hay de cierto y qué de mito en la historia de la serie. Cada uno dotado de una cámara irá registrando lo que sucederá dentro del tenebroso nosocomio. Y obviamente, al igual que en la primera entrega de la saga, lucharán por salir con vida del mismo.
Y ahí empieza la película realmente, porque antes vimos una espasmódica sucesión de videos de youtube y otras redes sociales casi sin sentido. El efecto producido es desconcertante por momentos (¿estoy en mi casa viendo videos en la PC o estoy en la sala de cine?).
Todos los clichés están en “Fenómenos….”, pero también estuvieron en sagas como “Scream” o “Sé lo que hicieron el verano pasado” y salieron airosas. Cuando se utiliza información básica sobre la construcción del género y el contrato de lectura del mismo se puede ser muy sutil o brindar información para que el espectador complete el relato. “Fenómenos…” intenta algo que no logra terminar de cerrar del todo.
En muchas oportunidades, la apuesta viene por este lado y es ahí cuando el resultado puede ser glorioso o desastroso. Aquí, las imágenes vertiginosas que se desprenden del temblor de la cámara en mano, como también la multiplicidad de texturas (imágenes granuladas, pics con cámaras nocturnas y calóricas) y los cortes por momentos dotan de verosimilitud al “falso” documental.
Pero el recurso luce lejos de su mejor forma.
Seguramente esta película encontrará en el público más joven a sus adeptos. El público adulto y conocedor del género seguramente deberá aguardar otra propuesta si su paladar está acostumbrado a exponentes más convincentes.