Feriado

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Literal crítica a los prejuicios

Estrenada en el último Festival de Berlín, esta ópera prima del guionista y director ecuatoriano Diego Araujo está cargada de buenas intenciones, pero el resultado final no está a la altura de sus muy dignas búsquedas y planteos. Es que sus temas principales (la búsqueda de la identidad, el despertar sexual, las diferencias de clases, el racismo, la impunidad y el machismo) están planteados de una manera demasiado explícita, por momentos burda, y cayendo en reiteradas oportunidades en la solemnidad, el subrayado y el maniqueismo.

El antihéroe del film es Juampi (Juan Manuel Arregui), un atractivo muchacho de 16 años que llega a la hacienda familiar, donde su tío -un banquero corrupto que se esconde de la Justicia en medio de la corrida financiera que derivó, en pleno 1999, en la dolarización de la economía ecuatoriana- y sus primos llevan una vida totalmente ajena a la suya.

Entre fiestas de Carnaval y tensiones sociales (se muestran los violentos enfrentamientos entre la burguesía local, apoyada por las fuerzas de seguridad, y la clase baja de origen indígena), Juampi sentirá una creciente incomodidad dentro de su círculo y se fascinará, en cambio, por Juano (Andrés Paredes), un amante del heavy metal de un origen socioeconómico opuesto al suyo. A pesar de sus miedos y represiones, el protagonista se sentirá cada vez más obsesionado por ese objeto del deseo.

No es la primera vez que el nuevo cine latinoamericano incursiona en temáticas como las de Feriado (desde Deshora hasta la filmografía de Marco Berger podrían funcionar como referentes), pero probablemente sea una película importante para la joven producción ecuatoriana a la hora de visibilizar cuestiones muy arraigadas de su sociedad patriarcal y prejuiciosa. En ese sentido, este muy cuidado largometraje cumple su objetivo.

El problema es que, en el terreno puramente artístico, cae -sobre todo en su segunda mitad- en no pocos clichés y convenciones que parecen calculados para seducir a los programadores y fondos de ayuda de los festivales europeos, en una puesta en escena de escasa sutileza, oposiciones demasiado evidentes, diálogos ampulosos y alegorías obvias.